Señor Director:
Si bien en Bogotá se respira mejor en un día sin carro, es preocupante observar en la vía y en las ciclorrutas el incumplimiento de algunos ciclistas de elementales normas de seguridad personal y la violación de las leyes de tránsito. Algunos circulan por las vías principales no obstante tener al lado disponible una ciclorruta; ciclistas irrespetan, a riesgo de sus propias vidas, las señales de tránsito; algunos, sobre todo jóvenes, transitan con las manos sueltas o en parejas en la ciclovía y vías principales, hablando, casi que jugando; no usan casco de seguridad ciclística; otros pedalean de noche sin luces ni chaleco reflectivo.
Para incentivar su uso e incrementar los días sin carro, hacen mucha falta en toda la ciudad los parqueaderos para bicicletas.
A pesar de todo, es indudable que montar en bicicleta e incentivar su uso por las autoridades, familias, empresas, colegios, universidades, etc., benefician nuestra salud y la calidad de vida en ciudades como Bogotá, tan congestionadas y contaminadas.
Rafael Antonio Córdoba Ardila
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Señor Director:
Está bien: el día sin carro contribuye a educar a la gente para proteger el medioambiente y el aire que respiramos; ojalá fuera un día al mes. Sin embargo, en el día sin carro en Bogotá observé muchos rodantes particulares, que corresponden a todas aquellas personas que tienen permisos especiales para transitar. Si realmente se pretende realizar un día sin vehículos particulares, para proteger la biodiversidad y la vida de los seres vivos, solo deberían transitar las ambulancias y las rutas escolares, por aquello de la protección que les tenemos que dar a nuestros niños; al paso que vamos, llegaremos a que miles tendrán permisos especiales porque cada uno de ellos se cree un ciudadano más importante que los demás.
Edilberto Torres Baquero
Bogotá
Que no se deteriore Santa Marta
Señor Director:
Santa Marta se prepara para realizar los juegos Bolivarianos en noviembre del presente año, pero presenta varios lastres que desdibujan su belleza. Por ejemplo, el reflujo de aguas negras y el hacinamiento; desorden y suciedad en la ciudad y El Rodadero, así como los baches en la vía al aeropuerto y la destrozada carretera que lleva a playa Cristal, considerada la más bella de nuestro país y preferida por los turistas, cuya reparación ningún ente estatal quiere asumir. La Gobernación dice que es competencia de la Alcaldía; esta, que del Invías, que, a su vez, le pasa la pelota a la Corporación de Turismo, para finalmente decir que lo debe hacer la Corporación de Parques Nacionales. Un verdadero ‘ping-pong’ demostrativo de la falta de pertenencia de nuestros funcionarios y de la burocracia inepta.
Santa Marta es una ciudad que amamos todos los colombianos y que los extranjeros colman, y nada puede justificar que siga deteriorándose de esta manera.
Héctor-Bruno Fernández Gómez
Bogotá
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