En unos seis meses, Amapola, la hija recién nacida de Paloma Valencia, una de las senadoras más polémicas del Centro Democrático, pasará su tiempo en medio de los fríos y adustos salones del Capitolio Nacional. Y no será la única. A su lado podrían estar, por solo nombrar algunos, el futuro bebé de Sofía Gaviria (liberal) o incluso el de la representante Tatiana Cabello, quien también fue madre recientemente.
Esa ha sido una de las prioridades de esta congresista, quien actualmente se beneficia de la licencia de maternidad ampliada a 18 semanas gracias a una ley aprobada en el 2016 por el Congreso. Y ya ha iniciado campaña con sus colegas para que les sea acondicionado un lugar en el Congreso donde puedan trabajar al mismo tiempo que ser mamás. La respuesta de la Secretaría del Senado, por ahora, ha sido un “vamos viendo como nos acomodamos”.
Porque contrario a lo que se podría creer, Valencia considera que una licencia de maternidad larga puede perjudicar las oportunidades de crecimiento laboral de las mujeres y cerrar sus oportunidades en el mercado. Esto, debido al desequilibrio en días que existe frente a la que toman los hombres, que es de apenas 8 días.
“En la política, por ejemplo, desaparecer cuatro meses es demasiado. Y he conocido casos de congresistas que fueron mamás, tomaron la licencia y su reemplazo despidió a todo su equipo y le cerró cualquier posibilidad de seguir haciendo su trabajo. Si eso pasa acá, con congresistas, imagínese a lo que pueden someterse otras mamás”, afirma.
Por eso, en diálogo con EL TIEMPO, reveló que buscará que la licencia de maternidad no sea obligatoria, sino flexible, y que sea la madre quien escoja cómo usarla, compartirla con el papá y adecuar su realidad laboral a ella.
“Ejemplos de eso es que dos meses sean para la mamá y dos para el papá, o que parte de las 18 semanas puedan ser usadas para trabajar desde la casa o con jornadas más cortas. Incluso, quiero buscar que las empresas tengan espacios donde la mamá pueda convivir con su hijo”, propuso la senadora y aseguró que ya ha entrado en contacto con expertos para elaborar un proyecto al respecto.
![]() Juan Diego Buitrago Cano / EL TIEMPO |
Chile ya tiene un modelo flexible
Actualmente, con la nueva ley, Colombia es el tercer país de Latinoamérica y el Caribe con mayor cantidad de días de licencia. El primero es Venzuela, donde las mamás pueden ausentarse de su trabajo durante 26 semanas. Cuba y Chile, también 18 semanas.
Sin embargo, el caso del país austral es diferente. Allí, las madres tienen la posibilidad de elegir entre dos opciones de licencia de maternidad: permiso absoluto de 12 semanas, subsidiado al 100% o un total de 18 semanas: 12 de descanso total y seis en las que la trabajadora puede optar por trabajar a media jornada. En ese caso, el subsidio al momento de trabajar baja al 50%.
En Colombia, la licencia de maternidad es subsidiada al 100%, siempre y cuando la mamá tenga un vínculo laboral activo. Además, es obligatoria e irrenunciable.
Esas 18 semanas parecen pocas si se comparan con las del Reino Unido, donde se otorgan 52, es decir poco más de un año, y una remuneración de 90%. O con Croacia, donde las madres tienen 58 semanas de permiso total, con el 100% de remuneración los primeros seis meses y luego con una cuota fija de subsidio.
Sin embargo, Colombia cumple con la recomendación de la Organización Internacional del Trabajo, que señala que los países del mundo deberían otorgar por lo menos 14 semanas de licencia, con al menos tres cuartas partes de la remuneración normal. Esto, en países como Ecuador, Uruguay o,México, se cumple con la mitad: otorgan solo 12 semanas, pero remuneradas al 100%.
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De hecho, estos tres países superan a Estados Unidos, donde el panorama es poco alentador para las mamás: la ley federal contempla 12 semanas de licencia, pero no se paga ningún tipo de remuneración. Si la mujer quiere tener algún beneficio debe, en muchos casos, ‘combinar’ otros beneficios laborales como vacaciones y permisos por enfermedad, siempre que se ajusten a las políticas de cada empresa y a las leyes de cada estado.
“Al hacer políticas públicas hay que mirar si no se crea el efecto contrario. Cuando se estableció la protección a las personas con alguna discapacidad, resultó que muchas empresas no volvieron a contratarlas. Por eso, hay que pensar si una licencia larga no podría desestimular la contratación de mujeres, más en un país machista donde se cree que los hijos son responsabilidad sólo de la mamá y no del papá”, señaló Valencia.
Por eso ella considera que, más que una licencia larga, se necesita es que la mujer tenga apoyo a la hora de dedicarle tiempo a su hijo. Porque reconoce que ser mamá no es fácil. Y se necesita espacio libre para vivir esa etapa tranquilamente.
De hecho, la congresista contó que en los menos de 15 días que lleva en su nuevo rol como mamá ha pasado del cansancio extremo, la falta de sueño y la dificultad de la lactancia a la “adrenalina extrema” de ver cómo Amapola crece, se fortalece y cada vez “va entendiendo más lo que hago o lo que digo”.
Eso sumado a lo que llama “solidaridad de la gente”. “El cariño ha sido mucho. La gente se ablanda cuando hay un bebé, incluso esos que me hicieron bullying cuando revelé el nombre de mi hija. Todo eso lo dejo pasar, son odios gratuitos”, dice sin ocultar la emoción de explicar por qué la bebé se llama Amapola.
“Todo nombre debe tener una canción hermosa. Y Amapola lo tiene. Además, evoca a La Pola, nuestra prócer. Pero también me recuerda mi enorme responsabilidad, mi compromiso. La amapola puede ser una hermosa flor o una droga destructiva. Y ese es un mensaje muy potente”.
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