Han inspirado templos en Asia, dado pistas sobre el origen del hombre, servido para la investigación de grandes enfermedades, contribuido a mantener la cadena alimentaria, y son considerados los primos biológicos más cercanos de la humanidad. Sin embargo, están desapareciendo: el 60 por ciento de las especies de primates está en peligro en extinción y el 75 por ciento tiene una población cada vez menor.
Una investigación que reunió a más de 28 investigadores de igual número de centros científicos –de México a Australia– logró entregar la más reciente radiografía acerca de cómo se encuentran estos animales, que viven en 90 países pero se concentran principalmente en Brasil, Madagascar, Indonesia y la República Democrática del Congo.
“A menos que hagamos de la conservación una prioridad mundial, en los próximos 25 años muchas de estas especies habrán desaparecido”, dijo Paul Garber, uno de los investigadores que participaron en el análisis.
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Los científicos, que publicaron la investigación en la revista Science, combinaron los datos sobre especies en peligro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), con los más recientes estudios de la Organización de las Naciones Unidas para evaluar el riesgo de supervivencia de los primates en relación con las acciones humanas.
También lograron modelar la expansión de la agricultura al siglo XXI e identificar los conflictos espaciales que se generaban con los lugares donde habitan estos mamíferos. Los resultados, respecto al avance de la agricultura, son contundentes: el 76 por ciento de las especies han perdido su hogar por el desarrollo de los cultivos. Y el futuro es aún más preocupante: “Las regiones donde se puede dar la más grande expansión agrícola comprometerán el 68 por ciento del área global que ocupan los primates”, detalla el estudio.
Se estima, además, que la deforestación en los bosques tropicales y subtropicales –que supera el 50 por ciento de pérdida– ha hecho que los primates empiecen a vivir en hábitats degradados donde encuentran más dificultad para conseguir alimento y se vuelven más vulnerables a las enfermedades.
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A esto se le suman los peligros de la demanda global de minería y combustibles fósiles. Por ejemplo, los científicos aseguran que se proyecta que para el 2035 la necesidad de petróleo y gas natural crezca entre un 30 y 53 por ciento en las áreas donde más diversidad de primates hay. Adicionalmente, el comercio ilegal de sus partes y su utilización ilícita para investigaciones en biomedicina son los motores de su desaparición.
Los investigadores dedicaron un apartado especial en la publicación científica a explicar por qué los primates son claves para los humanos. Entre los atributos más destacados está el hecho de que por medio de su estudio se comprende la historia de la evolución humana en aspectos tan relevantes como el comportamiento social y el cambio en el manejo de herramientas y el lenguaje.
Nada más analizándolos, la humanidad ha podido entender, por ejemplo, el origen de enfermedades como la arteriosclerosis o el VIH, y también han dado pistas sobre los problemas mentales, la farmacología y la inmunología.
Actualmente, las poblaciones de ciertos primates también han ayudado a entender cómo se propagan los virus y enfermedades, que eventualmente pueden afectar a los humanos, comportándose así como unos ‘centinelas’ de posibles amenazas que atacarían a la humanidad, esa misma que hoy los tiene al borde la extinción por sus acciones depredadoras.
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LAURA BETANCUR
Redactora de EL TIEMPO