Los amantes del tenis, llamado el deporte blanco, aunque hoy los deportistas lucen multicolores atuendos, vieron ayer un emocionante partido en el Abierto de Australia, uno de los cuatro grandes torneos del mundo, con Roland Garros, Wimbledon y el USA Open.
Millones de personas estaban pendientes de este encuentro, porque se daba entre dos veteranos, dos amigos, dos de los que han sido número uno, casi que dos leyendas, podemos decir. El suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal.
Para muchos de los que apenas comienzan los primeros saques de la vida tenística, dos ‘viejitos’. Nadal, de 31 años, y Federer, de 35. Tanto que el suizo había manifestado, entre gracia e ironía, al clasificar a la final: “Hace un mes, Nadal y yo estábamos para jugar partidos de caridad”.
No hay tal. Federer, que se llevó este ‘grand slam’, otro más de los 18 que acumula, demostró que está intacto. Que su pasión por este hermoso deporte está como en sus primeros años. Y que, definitivamente, es el mejor en la historia, uno de los más grandes deportistas del mundo.
Porque no solo hay que mirar ese palmarés descomunal. Aparte de haber triunfado en todos los torneos, en grama y cancha dura; de batir los récords de partidos sin perder y de ser quien más ha durado como número uno (cuatro años y medio) y primer lugar en número de torneos de maestros ganados. Es decir, de ser el rey –‘Su majestad’, le dicen en el medio–, es un deportista íntegro, ejemplar, jamás involucrado en un escándalo. Y eso es lo que vale destacar.
Porque ya sabemos que sus golpes con la raqueta nadie los ejecuta con la elegancia suya, que tiene el revés más bello que se haya visto, pero que a muchos casi les dé gusto perder con él, no solo por las lecciones de juego, sino por su caballerosidad, es otra marca casi insuperable.
Además, porque fuera de las canchas también es grande. Un padre de familia que irradia felicidad y un benefactor, siempre comprometido en obras sociales, que aboga por que los nuevos talentos tengan oportunidad. En eso lo acompaña Nadal. De modo que el partido de ayer es histórico. Federer es un espejo para la juventud.