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Conflicto de intereses, camino hacia un posible juicio político

Donald Trump, pueda ser objeto de un juicio político, como sostienen diversos expertos.

EFE
Sus acciones como millonario, candidato y presidente electo han dado razones para pensar en el riesgo de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pueda ser objeto de un juicio político, como sostienen diversos expertos.
Amenazan a Trump, entre otras cuestiones, haber dejado en manos de sus hijos su emporio inmobiliario y negarse a colocar sus activos en un blind trust (fideicomiso gestionado por administradores anónimos desconocidos por el propietario mientras éste ocupa su cargo político) en el que él no pueda interferir.
También pueden poner en aprietos al mandatario sus negocios con Gobiernos extranjeros, sobre todo con Rusia; o la posible violación de las leyes que prohíben el tráfico de influencias. No sorprende, pues, que la frase ‘conflicto de intereses’ aparezca con frecuencia en las noticias sobre sus actos. Por no hablar de que, tras ganar las elecciones, Trump siguió negándose a revelar su declaración de impuestos, y lo que ese documento pudiera ocultar, algo inédito en la historia de EE. UU. (Además: 'Devolveremos la grandeza a Estados Unidos')
“Trump estará violando la Constitución desde el primer día, desde el minuto uno y la primera hora, porque sus negocios en todo el mundo reciben ingresos constantes de Gobiernos extranjeros”, explicó Norman Eisen, exabogado de ética de la Casa Blanca.
Cuando Trump anunció que dejaba sus negocios en manos de sus hijos, Eisen advirtió de las consecuencias de esa decisión, alertando de que el magnate está siendo “mal aconsejado y eso precipitará el escándalo y la corrupción”.
En la misma línea, el profesor de derecho Christopher Peterson, de la Universidad de Utah, consideró que el escándalo de fraude de la llamada Universidad Trump, que se zanjó con un pago por parte del multimillonario de 25 millones de dólares a los estudiantes, puede ser otra razón para acusar al mandatario. Sin embargo, la decisión de convocar un juicio político para someter a escrutinio las prácticas de un presidente en EE. UU. nace de la voluntad del Congreso, cuyas dos Cámaras ahora están en manos de su partido, y que difícilmente, tras ocho años de gobierno demócrata, querrá poner en jaque su hegemonía.
Lo que en inglés se conoce como impeachment, o juicio político, es precisamente eso, un proceso en el que un funcionario público es acusado de violar la ley y sometido por ello a escrutinio en el Senado, lo que no significa que vaya a ser destituido de su cargo de manera automática. Según la Constitución estadounidense, el presidente, el vicepresidente y todos los funcionarios civiles “serán destituidos de su cargo por acusación y condena por traición, soborno u otros crímenes y delitos menores”. Pero dada la amplitud de la definición, el Congreso puede iniciar el proceso de destitución por una actividad criminal, a abusos de poder o a cualquier otra presunta infracción, sin que se vea obligado a ello. (Lea: Redes sociales de la Casa Blanca ya son de Trump)
“Un delito aplicable a un juicio político es lo que una mayoría de la Cámara de Representantes considera en un momento dado de la historia”, dijo en 1970 el entonces líder de la minoría de la Cámara Baja, y después presidente, el republicano Gerald Ford.
Pocos antecedentes
Aunque sus detractores piensen que Trump tiene posibilidades de ser derrocado por la vía legal –en cuyo caso no habría elecciones, sino que sería sustituido por su vicepresidente, Mike Pence–, la historia no les da muchos motivos para el optimismo. El único presidente de EE. UU. que dejó el cargo antes de terminar su segundo mandato fue el republicano Richard Nixon (1969-1974), quien renunció en agosto de 1974 por el escándalo Watergate. (Además: Las protestas en el mundo por la llegada de Trump al poder)
Por otra parte, solo dos expresidentes, ambos demócratas, han sido sometidos a juicio político: Andrew Johnson (1865-1869), quien entró en la Casa Blanca tras el asesinato de Abraham Lincoln; y el expresidente Bill Clinton (1993-2001), pero ambos fueron eximidos de las acusaciones en su contra.
El caso Clinton, el más controvertido de la edad moderna, ocurrió a raíz del escándalo sexual de la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky en 1998, pero el mandatario salió airoso con el voto a favor de su inocencia de 55 de los 100 senadores respecto al cargo por perjurio, y obtuvo un empate en el cargo presentado en su contra por obstrucción a la justicia. (Vea: La comparación que muestra la impopularidad del nuevo Presidente)
La posibilidad de que Trump engrose la corta lista de presidentes sometidos a juicio político depende del Congreso, controlado por los republicanos, con los que tuvo una relación tensa hasta su triunfo electoral.
EFE
EFE
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