No es coincidencia que en una misma edición de este diario hayan aparecido dos noticias que, a simple vista, parecerían diametralmente opuestas: el alarmante tráfico ilegal de fauna y el potencial que exhibe el país en materia de turismo de aves.
Pese a que existen normas que prohíben la captura y venta de animales exóticos, llámense guacamayas, flamingos, micos o los polémicos peces payaso –como los decomisados recientemente por la Secretaría de Ambiente de Bogotá–, las mafias dedicadas a esta actividad ilícita siguen haciendo de las suyas. Ya sea a plena luz del día, como en las plazas de mercado, o en locales ubicados en zonas concurridas de la capital, la compra y venta de especies protegidas o en vías de extinción se ofrecen al mejor postor. Sin contar con las redes criminales especializadas en camuflar animales en condiciones lamentables, con destino a clientes especiales que quieren exhibirlas en sus fincas de recreo o venderlas en el exterior, un negocio que puede llegar a mover hasta 25.000 millones de dólares a nivel global.
Las autoridades hacen lo que pueden, pero el negocio es tan rentable que un par de peces exóticos puede llegar a valer 800.000 pesos, como lo comprobó un reportero de EL TIEMPO. Y eso que las sanciones pueden llegar hasta los cuatro años de cárcel, y más.
En contraste, decíamos, la riqueza y exuberancia de las aves en el país está contribuyendo, a través del aviturismo, a incrementar este renglón de la economía y a generar nuevos ingresos para el país. Se trata de la observación e identificación de aves en su hábitat natural. Colombia cuenta con 1.921 especies, el 20 por ciento del total del planeta. Un privilegio que hay que salvaguardar a toda costa, un regalo con el que la naturaleza premió a un país que, sin embargo, hace lo posible por estropearlo.
Bien por el Ministerio de Turismo, que anuncia invertir en una actividad que, al tiempo que protege a nuestras aves, consolida al país como destino para el aviturismo. Sin duda, una mejor alternativa que seguir permitiendo el tráfico de fauna con consecuencias devastadoras para nuestro futuro.