“La mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades. La mujer no podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación. Durante el embarazo y después del parto gozará de especial asistencia y protección del Estado...”. Constitución Política de Colombia. Artículo 43.
Contra todos los pronósticos, el presidente Santos sancionó una ley de iniciativa del Centro Democrático: la que aumenta la licencia de maternidad de 14 a 18 semanas. Ya la OIT y Unicef habían alertado sobre el atraso del país en esta materia. Este logro beneficia, principalmente, a los niños, que podrán estar cuatro semanas más con sus madres, con impactos positivos en su desarrollo físico y emocional.
Al conocer la noticia celebré en las redes sociales, donde ¡sorpresa!, me encontré con un gran número de mujeres que se manifestaban en contra de la medida. “Nos discriminarán aún más”, afirmaban. “Deberían darles lo mismo a los hombres” señalaban.
En una sociedad tan marcadamente machista como la nuestra, nos cuesta un trabajo infinito entender medidas de afirmación positiva hacia la mujer. ¡Claro que se debe ampliar esta licencia para los hombres! Lo que es inaceptable es la idea de igualar por lo bajo y rechazar la medida con la tesis de que vamos a ser más vulnerables.
La licencia de maternidad no es un capricho, no son vacaciones. Ese período es muy importante en la vida de un niño. Las cifras muestran que no afecta la empleabilidad de la mujer. En el 2011, cuando se amplió la licencia de 12 a 14 semanas, la tasa de desempleo de las mujeres registraba el 14,4 %, y para el último trimestre del 2016 se situó en el 10,4 %.
Es triste reconocerlo: el machismo está arraigado en muchas mujeres, al punto de que, en lugar de alegrarse por los logros de nuestro género, prefieren retroceder, con tal de no incomodar a los hombres. Grabemos en nuestras mentes, en mayúscula y con negrilla: una mujer con minifalda no es una buscona. Una mujer que denuncia el maltrato no es una sapa. Una mujer estricta no es una bruja. Una mujer trabajadora no es una mala madre. Una mujer que triunfa no lo hace para opacar a su marido.
El presidente de Fenalco, Guillermo Botero, afirmó que las mujeres serán las más afectadas con la ampliación de la licencia, pues cree que algunas empresas no las contratarán por el supuesto mayor costo que implica. Todo lo contrario, hoy ya algunos empresarios reconocen que, más allá de las leyes, el ‘salario emocional’ genera mayor productividad y lealtad hacia las empresas. Por eso, cada vez más jefes permiten que durante los primeros meses del bebé las madres lo lleven a la oficina e implementan guarderías en el lugar de trabajo. Más bien pregúntese, señor Botero: ¿Cómo nos aseguramos de que la medida no genere discriminación? Y si hay empresarios que discriminen, ¡denúncielos!
La lucha por la equidad laboral debe continuar. Aún nos falta igualdad en salarios, igualdad de condiciones para llegar a posiciones más altas y mayor flexibilidad para cumplir el rol de madres y, al tiempo, ser grandes profesionales. Pero para seguir avanzando nos toca despojarnos del ADN del machismo y apropiarnos de la igualdad dentro de las diferencias. No nos conformemos con medallas de bronce, dando ventajas en el partidor a los hombres. Definitivamente, los logros que hemos alcanzado las mujeres no han sido pidiendo permiso a ellos.
CECILIA ÁLVAREZ CORREA