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Vete para tu tierra

El mundo desarrollado no puede seguir omitiendo su culpabilidad en la llamada 'crisis migratoria'.

Desde que se dio curso libre a la primavera árabe el 17 de diciembre de 2010 se ha intensificado la ola migratoria de refugiados que intentan entrar, desesperados, a territorio europeo. Y ha aumentado también esa odiosa costumbre de rechazar el influjo de cientos de miles de ciudadanos desesperados que huyen de un punto geográfico (en este caso, Túnez, Egipto, Siria, Libia) a otro. Los refugiados —se los llama a estos hombres—, mujeres y niños sin nombre, sin rostro, sin horizonte vital, sin casa, famélicos y desesperanzados. Su situación no es única en el mundo, pero sí ha atraído la atención de los medios del mundo desarrollado, al principio con un sentimiento de solidaridad, pero cada vez más con hastío y franca xenofobia. Ocurre también en Estados Unidos, con la circulación de refugiados provenientes de Centroamérica.
Si bien es cierto que las leyes limitan la circulación de seres humanos de una nación a otra, el énfasis es blindar a los países más poderosos. Las fronteras protegen a naciones del mundo desarrollado bajo una bandera en apariencia legítima, el derecho de exigir visa a los extranjeros, pero encubre su verdadera finalidad: mantener a salvo los tesoros antaño hurtados a naciones colonizadas y expoliadas del tercer mundo. Estas fronteras también restringen el paso de aquellos con un bajo nivel adquisitivo y con escasas —o nulas— credenciales laborales y/o académicas. Las fronteras obran, pues, como filtro que impide el paso de las clases menos favorecidas, de aquellos hombres y mujeres de piel oscura que más necesitan ayuda y están más cerca de morir de inanición.
Por eso, el fin del feudalismo y luego del colonialismo no ha sido garantía del fin de la inequidad a escala mundial. Los conceptos políticamente correctos de ‘país en desarrollo’ o ‘país en vías de desarrollo’ no son sino un calco de la dinámica de reino opresor-colonia oprimida que imperó durante siglos. Hoy parece inaceptable proporcionar ayuda e integrar socialmente a cientos de miles de refugiados en Europa, pero olvidan que el esplendor medieval, renacentista e industrial de Inglaterra, Alemania y demás hubiera sido imposible sin el saqueo inmisericorde de África, Medio Oriente, India y América Latina. Regiones de las cuales provienen mayoritariamente los mares de niños, ancianos, mujeres y jóvenes desesperados huyéndole a la muerte. ¿En qué momento olvidamos el paso nefasto de Europa por África y cómo la despojaron de sus riquezas, de su cultura, cómo esclavizaron a miles de hombres y mujeres forzados a viajar hacinados hacia el Nuevo Mundo? ¿En qué momento borramos del análisis de la situación actual el hecho de que España arrasó con decenas de culturas indígenas y usurpó cientos de toneladas de oro de las entrañas de América? ¿Seguiremos ‘olvidando’ que incluso hoy en día siguen frenando el desarrollo de esos países sureños, condenándolos a feriar sus recursos naturales sin la menor esperanza de desarrollar la industria nacional, mientras que las multinacionales mineras, petroleras siguen arrancándoles sus tesoros? ¿En qué momento los despojados se convirtieron en despojadores tan solo por viajar a esas naciones desarrolladas?
¿Donald Trump ignorará que ese muro que quiere construir pasaría por Estados que antaño le pertenecían a México y que fueron vilmente hurtados por Estados Unidos? ¿O será que los nombres en español de estados como Florida, Nuevo México, Colorado y California son pura casualidad? El mundo desarrollado no puede seguir omitiendo su culpabilidad en la llamada ‘crisis migratoria’. Si hay un flujo permanente de inmigrantes del sur del mundo al norte, es por las paupérrimas condiciones en las que quedaron las excolonias después del paso de países depredadores como Reino Unido, Francia, Alemania, España, Italia y Estados Unidos. A los habitantes del mundo les están contando apenas un fragmento de la historia acomodada de modo que victimice a los usurpadores. A los habitantes del mundo los están educando para condenar a quienes cruzan una frontera y para aplaudir la explotación de trabajadores en China a fin de fabricar iPhones a bajo costo. Esta tergiversación de los hechos ha sido posible gracias a que el mundo desarrollado ha alienado a su propio pueblo con dosis ilimitadas de televisión y juegos de video. Y mientras tanto, los refugiados son abucheados en las calles y deportados a sus tierras de origen, donde los espera una muerte segura. Mientras Europa y Estados Unidos sigan instaurando políticas xenofóbicas contra los refugiados, no podremos hablar de países desarrollados sino de imperios disfrazados de democracias benevolentes.
María Antonia García de la Torre
@caidadelatorre
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