Ante el hecho comprobado de que los cultivos de coca continúan en aumento acelerado, habiendo llegado a 130.000 hectáreas en el 2016, el Gobierno, a través del ministro de Defensa Nacional, Luis Carlos Villegas, anuncia un plan para eliminar el 77 por ciento de las siembras existentes en la actualidad. No es poco, como viraje necesario de la política de tolerancia implícita que se venía siguiendo desde cuando se suspendió de tajo la aspersión aérea con un producto presuntamente nocivo para la salud humana.
A partir de entonces se dispararon las siembras de coca y, en esta forma, se les hizo el juego a las operaciones del narcotráfico para su elaboración industrial y su exportación al insaciable mercado transfronterizo. En esta forma se echó a pique el fruto de tantos años de desvelos y sacrificios, tales como el de los líderes asesinados por su causa y la destrucción de bienes públicos y privados para atemorizar a la población. La idea era la de que convenía ensayar una política de persuasión en lugar de la represión sistemática, enderezada a responder con medidas de fuerza el turbión de retos criminales.
Afortunadamente, se entendió el terrible riesgo antes de que Colombia se convirtiera en mar incontrastable de coca y se debilitara el esfuerzo por promover otras exportaciones, dada la tendencia de aquella a sustituir con su rentabilidad delictuosa todo lo demás, y teniendo en cuenta el calificativo denigrante que se aplicaría al país. En lo futuro se haría el esfuerzo, por la Fuerza Pública, de ubicar los “cristalizaderos”, según ella misma explica, “lugares estratégicos adaptados para procesar de cinco a diez toneladas de cocaína” y dejarlas listas para su exportación.
El Ministro de Defensa Nacional afirma que cuentan con tres mil hombres, comandos entrenados en diferentes fuerzas, con los que se garantizan el desarrollo de operaciones de alta precisión y acciones de asalto con entrenamiento para subsistir en condiciones adversas. Leyendo sus declaraciones estimulantes, viene a la memoria el poema de Luis Carlos López ¿Qué hago con este fusil? La verdad es que la lectura de sus declaraciones deja impresión de optimismo combativo y certidumbre de que se aplicarán nuevas políticas.
No más complacencias con cualquier forma de narcotráfico, ni invitación tácita a proceder como venga en gana en cualquier episodio del proceso. El hecho de que las unidades de las Farc se estén agrupando en concentraciones “veredales” encarna otro paso decisivo hacia la concreción del acuerdo final de paz suscrito con ellas, sin que haya el temor de nexos de cualquier género con ningún tipo de narcotráfico. Igual cosa debiera entender el Eln, más después de las categóricas declaraciones del Ministro de Defensa sobre la preparación de la Policía Nacional para erradicar los cultivos prohibidos.
Discurso histórico
El mundo entero tuvo oportunidad de escuchar el histórico discurso del presidente Obama tras ocho años de ejercer la presidencia de los Estados Unidos, durante los cuales una de sus tareas sobresalientes fue la de sacar a su patria y al mundo de severa recesión y consiguiente desempleo. Con pulso sereno y firme, emprendió y dirigió esta jornada. Como la de reanudar relaciones con otros pueblos, interrumpidas por motivos a la postre superados.
Fuera de los aspectos puramente humanos, como la alusión al color de su piel o a sus más cercanos colaboradores, habría que destacar su devoción y apego a la Constitución Política de su patria. Ahora, cuando no faltan sino que abundan las tentaciones de abandonar la respectiva de otras naciones, vale la pena inspirarse, como él lo hiciera, en el culto a su bandera y a sus instituciones. Sin plegarse a las tentaciones de abandonarlas o de sustituirlas en aras de empeños circunstanciales.
Abdón Espinosa Valderrama