Conseguir hospedaje para el pasado fin de semana en Riosucio, Caldas, era casi imposible desde hace semanas, porque sus habitantes, hijos pródigos y turistas se estaban preparando desde julio –y algunos, antes– para darle la bienvenida a su más ilustre huésped.
Su Majestad entró el sábado a un pueblo atestado por unas 250.000 personas y su inmensa figura apenas cupo por algunas calles. No hubo espacio suficiente para que diera la vuelta a la plaza de San Sebastián. Apenas pasó por un lado. (Además: Los viejos diablos que hacen el Carnaval de Riosucio).
El Diablo reposa desde entonces en una esquina del parque de La Candelaria, donde fue recibido con el saludo y los honores protocolarios, fuegos artificiales, bailes, comida trago y la inconfundible voz caribe, colombiana, de Totó la Momposina.
“De los cuatro que conozco, es el diablo más ‘viga’ (grande)”, dijo un joven de Guática (Risaralda) que cada dos años llega al Carnaval de Riosucio con un grupo de amigos de ese municipio y algunos otros que han conocido en sus universidades en Manizales y Pereira.
Aunque el gigante Satanás de esta edición mueve los ojos y una mano, ellos extrañaron los efectos especiales de algunos de sus antecesores. “A uno se le prendían los ojos. Los hacen hasta echar fuego por la boca. Este lo que tiene es el tamaño”, agregó el muchacho.
Dicen los carnavaleros más veteranos que, igual, cada diablo ha tenido promotores y detractores. En la historia de Riosucio, solo uno puso de acuerdo a todo el pueblo. Fue el ‘Diablo Gato’ de 2009, que hizo historia por su fealdad, según confirmaron varios asiduos asistentes.
La cuota histórica de este año, en cambio, ha corrido por cuenta del clima. Un aguacero de más de una hora retrasó el descubrimiento al público de Su Majestad y, poco después, una segunda tanda de agua lavó a todos los presentes.
Pero, ya fuera refugiados en los aleros de las casas, con ponchos plásticos o mojados hasta la ropa interior, riosuceños y visitantes bailaron hasta las tres de la mañana. Algunos hasta pasaron dos o tres horas más en cualquier andén o en la terminal de transportes para retornar temprano a sus lugares de origen.
La lluvia tampoco pudo el sábado con el evento central del carnaval. También demoró la programación un poco, pero las 24 cuadrillas locales y colonias llegadas de diferentes partes del país salieron a tomarse las calles, las casas y los tres tablados del municipio para presentar al público sus letras y cantarlas con él.
Los temas centrales de estas piezas de literatura carnavalera suelen estar relacionadas con la crítica política, aunque no se limitan a ella. Este año, por ejemplo, el proceso de paz entre el Gobierno nacional y las Farc, la reforma tributaria y el aumento del salario mínimo pagaron las cuotas más grandes.
En los disfraces, hubo alusiones a la cultura de otros países, animales e incluso trajes inspirados en platos gastronómicos. Los participantes fueron desde niños hasta adultos mayores, la mayoría riosuceños. Algunos de ellos residen en ciudades como Manizales, Medellín, Cali, Bogotá o Villavicencio, pero asisten siempre a su carnaval.
Por poner dos casos, los llegados de la capital de Antioquia trajeron dos llamativas cuadrillas; una dedicada a Rusia y otra, a la estética del ‘burlesque’. Entre tanto, la familia Vargas optó por la mitología griega con su cuadrilla titulada ‘Se armó la de Troya’.
El pasado lunes festivo, por otra parte, desfilaron las comunidades indígenas y rurales de Riosucio y, en la noche, se iluminó el pueblo con faroles y los asistentes se disfrazaron de demonios para continuar con la celebración, que va hasta el próximo miércoles.
RIOSUCIO (CALDAS)