Desde los primeros registros en 1880 –hace 137 años– no se había alcanzado un año tan caliente como el 2016, según el servicio de monitoreo del clima europeo Copernicus, que dio a conocer este viernes el primer análisis de una agencia internacional sobre la temperatura global del año pasado.
Además de continuar con la trayectoria que ya había registrado el 2015, llama la atención el centro de investigación sobre el hecho de que la temperatura global llegó a un pico de más 1,5 °C en febrero del 2016, respecto a lo que se calentaba el planeta a comienzos de la Revolución Industrial.
Tal registro se debe en parte al efecto que tuvo el fenómeno de El Niño, cuyos efectos se sintieron en el transcurso del primer semestre del año pasado. No obstante, para la segunda mitad del año la temperatura global se mantuvo debajo del promedio, debido en parte al excepcional bajo nivel de cobertura de hielo en el Ártico y la Antártida.
“Las últimas figuras que arroja el Copernicus Climate Change Service (C3S) –parte del programa de la Unión Europea para observar la Tierra– muestra que la temperatura del 2016 excedió los 14,8 °C, y fue cerca de 1,3 °C más alta que la temperatura media registrada en la mitad del siglo XVIII”, explica la institución científica.
![]() Gráfico del programa Copernicus sobre las temperaturas anuales en tierra y aire desde 1880 a 2016. Tomado de climate.copernicus.eu |
El sistema del programa Copernicus también encontró que la mayoría de las regiones experimentaron las mismas temperaturas promedio del año. Sin embargo, la mayor diferencia que encontraron fue en el Ártico, donde hubo un aumento considerable.
Otros lugares que vivieron incrementos significativos fueron: el suroriente de África a comienzos del 2016, el sur de Asia en el inicio del monzón, el Medio Oriente a finales del verano y algunas partes de Norteamérica en esta estación y en otoño.
No bajó el dióxido de carbono
Según el reporte que da Copernicus, también se pudo visualizar fenómenos extremos como el aumento destacado de los incendios forestales y la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera (CO2 ).
“Por primera vez en un año, los niveles de dióxido de carbono no bajaron de las 400 partes por millón cuando se pasó del verano al otoño en el hemisferio Norte. En años anteriores, la captura de CO2 por la vegetación a lo largo del verano conllevaba a que en septiembre se marcaba los niveles más bajos de este gas”.
El dióxido de carbono es una de las sustancias atmosféricas de larga duración que, al aumentar su nivel normal de concentración, generan un aumento en la temperatura del planeta, fenómeno conocido como calentamiento global.
Cambio climático, innegable
En noviembre del 2015, más de 130 países acordaron el Acuerdo de París, el primer pacto internacional para evitar que la temperatura media global llegue a más de los 2 °C respecto a los niveles de la época preindustrial.
No obstante, ya varias publicaciones académicas han advertido que incluso con el aumento de 1,5 °C se verían drásticas consecuencias para el sistema climático global, pero especialmente para los países insulares que se verían afectados con el aumento del nivel del mar.
Según Juan Garcés de Marcilla, director del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio, en un comunicado de la institución, los efectos del cambio climático ya se están viendo en el mundo. “Las temperaturas de la tierra y el mar están aumentando; los regímenes de lluvia están cambiando y se relacionan con eventos extremos como olas de calor, inundaciones y sequías cada vez más frecuentes e intensas”.
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