Pepe Sánchez es, tal vez, el mejor autor (director, guionista y actor) de ficción de la historia de la televisión colombiana.
Pepe Sánchez fue un chévere. Y chévere quiere decir el mejor de la tribu, no el jefe de la tribu, sino el más destacado. Y fue un chévere porque era todo un señor, una buena persona, un buena gente y un gocetas de la vida.
Y fue el mejor de la tribu porque, más que copiar o imitar, construyó un modo nuestro de narrar y hacer la televisión: contar desde y en lo cotidiano, convertir a la televisión en artesanía, buscar los modos nuestros de ser relato audiovisual.
Pepe Sánchez es la marca Colombia en la televisión porque los personajes, las situaciones y el lenguaje de sus obras se parecen a como nosotros somos; narró a Colombia en colombianía, en ese contar de una manera sutil desde y en las ambigüedades; en ese existir que suspira vía la tragicomedia.
Un narrar como sin-querer-queriendo que es el tono colombiano, esa conciencia de que por aquí no se dice en lo que se habla sino que se significa en el gesto, en el debajo del lenguaje, en la situación.
Fenómeno comunicativo que, según Pepe, “en Colombia lo que se dice verbalmente no corresponde con el significado, hay que buscar el sentido en el subtexto”.
Y esto viene desde la Colonia porque como “ante los españoles no se podía decir todo, entonces era más lo que se callaba y era más lo que se decía por señas, por una inflexión de voz o un gesto que lo que se decía con palabras”.
Pepe Sánchez, también, fue un abanderado de la otra colombianía: el humor. Y sabía que había que contar con humor porque “el humor es parte de la resistencia de todo nuestro criollismo” y el modo que tenemos los pobres para defendernos de la historia y reivindicar el lugar de la identidad local.
Y ese modo de narrar y ese humor fue posible en las historias neorrealistas que contó. Personajes que invocan a la gente de la esquina y donde los colombianos nos reconocemos.
Su obra más sublime fue La historia de Tita, que era el relato de una mujer que explotaba a su hija y ambas (madre e hija) terminaron en la cárcel, la mamá por prostitución y venta de droga y la hija, por matar a una lesbiana.
Eso eran los años 80: una obra muy experimental; algunos dicen que lo mejor que se ha hecho en Colombia.
Pepe Sánchez estuvo desde siempre en la pantalla nuestra de todos los días como actor (Yo y tú en los inicios, La tía Julia y el escribidor en los 80, Pura sangre en el 2007), director (El cuento del domingo, 1979; Café con aroma de mujer, 1994; La madre, 1998; Todos quieren con Marilyn, 2005), guionista (Don Chinche, en los 80).
Pepe Sánchez murió, pero como era el mejor de la tribu nos dejó un legado de cheveridad que afirma que en Colombia para existir en televisión tenemos la obligación de inventar cosas diferentes.
ÓMAR RINCÓN
Crítico de televisión