Celestina es una de las cincuenta mujeres que han trabajado durante los últimos dos años con la artista Ruby Rumié. Ambas son nacidas en el departamento de Bolívar y, también, ambas, desde diferentes orillas, se han ocupado y preocupado por el mantenimiento de la tradición y costumbres de su región.
Celestina sobrepasa los 70 años, su pelo es completamente blanco y su piel negra. A lo largo de su vida y durante décadas, recorrió las calles de Cartagena, al igual que su madre, su abuela y quién sabe cuántas mujeres más de su familia. De lado a lado, vendían lo que daba la tierra o el mar, además de ofrecer ‘alegrías’, una suerte de magia casera resultado de la unión de anís y coco.
Ruby, por su parte, se ha dedicado a oír, rescatar y llamar la atención sobre diferentes situaciones de la vida y la sociedad que, aun siendo comunes, también son incómodas. Como es el caso de Celestina, o de estas otras 49 mujeres, que con coloridas vestimentas y con una palangana como elemento distintivo de su oficio son a veces entendidas más como estereotipos decorativos del paisaje exótico de la ciudad turística que como personas.
‘Tejiendo calle’ es, entonces, ese espacio de homenaje a quienes son parte de la memoria de Cartagena; una instalación que, a través de fotografía, video y una especial emisión filatélica, recorre y exalta la vida e intereses de estas mujeres y su sabiduría. Una especie de recolección de los pasos, las experiencias y las costumbres que han entrelazado las ciudades y la economía de la región durante años.
La exhibición, abierta durante estos días de comienzo del nuevo año en NH galería de Cartagena, es una oportunidad para ir más allá de la visión superficial de la zona y sus habitantes, y para explorar otras posibilidades de acercarse a la ciudad desde el punto de vista de Ruby Rumié, quien, como artista local, ha hecho de su investigación y experiencia con las comunidades de la zona un referente para conocer esa Colombia que nos es invisible.
NELLY PEÑARANDA
Crítica de arte