La angustia vivida por los padres de una niña de 8 años que fue secuestrada, golpeada y presuntamente violada ha sido contenida por todos los miembros de su familia, que arribaron desde al departamento de Arauca escapando del conflicto armado.
Sus seres queridos, que aguardan en el norte de Arauca la llegada de la pequeña, recuerdan el carisma y la alegría que ha marcado la personalidad de la niña, que se encuentra entre la vida y la muerte por las graves heridas.
El pasado martes, cuando la menor fue remitida a la Clínica San Luis de Bucaramanga, los médicos elaboraron un cuadro clínico en donde evidenciaron que la menor presentaba fuertes contusiones en el cráneo. “La evolución es incierta, porque desafortunadamente el órgano que se encuentra comprometido es el cerebro. La meta es mantenerla estable y minimizar al máximo las secuelas de ese traumatismo”, puntualizó Jonathan Geler Ramírez, coordinador de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos del centro asistencial.
El día del rapto, la menor se encontraba en casa de la familia materna. Ocho días atrás, sus padres y hermanos habían arribado al norte de Arauca para disfrutar de las festividades navideñas.
De acuerdo al padre de la niña, un hombre de 24 años y de origen venezolano, que participó en la fiesta familia, le habría suministrado alguna sustancia que le ocasionó la pérdida del conocimiento.
En medio del ambiente de hermetismo, una hermana del padre cuenta que estuvo sorprendida por el operativo de búsqueda que la gente organizó para dar con el paradero de la pequeña. “Eran personas que a pesar de estar amanecidos, se armaron para recorrer la zona y encontrar a mi sobrina”, relató.
“Estamos verificando la información que relaciona posiblemente a esta persona si participó o no de la reunión familiar que se llevó a cabo en horas de la madrugada”, indicó el coronel Edinson Rodríguez Daza, comandante de la Policía de Arauca. Horas después de la desaparición, las autoridades encontraron el cuerpo sin vida de un joven que posee los mismos rasgos físicos del presunto secuestrador.
Pero en estos momentos la familia se encuentra preocupada por la precariedad en la que vive la menor junto con sus padres y hermanos, pues puede retrasar su proceso de recuperación. Frente a esta situación, un grupo de taxistas de Bucaramanga recolectaron fondos a las afueras del centro médico donde se espera que en los próximos días la salud de la menor presente una evolución favorable. El dinero reunido entre peatones y conductores de otros vehículos será destinado para cubrir los gastos que los allegados de la pequeña han tenido que asumir durante su estancia en la capital santandereana.
BUCARAMANGA