Señor Director:
Este es un brindis conocido, pero siempre oportuno y que produce reflexiones. Vale reiterarlo, más en esta ocasión, en que se respira ambiente de paz en nuestro país.
La nostálgica noche de San Silvestre sorprendió al capitán de un barco de la Flota Mercante Grancolombiana navegando de El Callao a Buenaventura y le inspiró el siguiente brindis: “Nos hemos reunido esta noche para asistir al final de un año que se va, que trajo para unos la felicidad, o el dolor y esa amargura que quedó quizás por aquel ser querido que se perdió en las sombras del olvido o de la muerte, causando el más profundo dolor y un duelo en extremo difícil de superar. Pero esta noche, señores, es alegría. Porque en momentos nace un nuevo año y, con seguridad, y al escuchar las pitadas de esta nave, se abrirá para todos, como si fuera una fantasía, una aurora de paz con todo el sentir de una aventura”.
Brindemos por el año que comienza, por la felicidad que soñamos, por que se cristalicen todas las ilusiones, pero también desde el mar hay que brindar por el hijo ausente que no pudo vivir el sueño de un reencuentro con su adorada madre, fallecida recientemente.
Brindemos, con esperanza, por que Colombia tenga un futuro mejor, para que la reconciliación salve vidas y devuelva muchas otras, especialmente de los niños que empuñan armas. Brindemos desde el mar y desde los hogares por una Colombia en paz, sin odios y con justicia social.
Guillermo Rozo Riveros
Atacar la corrupción
Señor Director:
El 30 de agosto apareció en esta misma página de opinión un comentario mío que decía que no se necesitaba –y aún digo que no se necesita– la reforma tributaria. Como dije, atacando la corrupción se tendrían recursos de sobra para el presupuesto nacional. Con la tal reforma, se da pie para que la corrupción siga campeando: más plata para repartir. Que se haga una legislación anticorrupción dura en lugar de reforma tributaria, y el país ganará en todo sentido. Creo que pensar así es utópico, puesto que muchos de los de arriba perderían las tajadas que les entran por ‘comisiones’ y ‘mermelada’.
Gonzalo Pizarro Díaz
No confiarnos
Señor Director:
Los accidentes aéreos que han ocurrido en los últimos meses y los que suceden a diario en nuestras carreteras, tanto en carro como en motocicleta, son por exceso de confianza en el aparato que poseemos y por conocer bien la vía o la ruta. Adquirimos tanta confianza que utilizamos mucho el celular, nos distraemos o realizamos otras actividades mientras conducimos. Tengamos en cuenta que las mujeres casi no se accidentan porque son precavidas y cuidadosas, prefieren andar despacio. Si queremos que disminuya la accidentalidad, estemos muy pendientes del mantenimiento de los vehículos y muy concentrados en el timón. Así evitamos problemas de toda clase y no alteramos la tranquilidad familiar ni personal. Mucha prudencia.
Álvaro Ramón Ortiz Murcia
Simijaca, Cundinamarca
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