Las cifras de leishmaniasis en el Tolima asustan. Hasta el pasado mes de noviembre, en la Secretaría de Salud fueron notificados 2.864 casos de leishmaniasis cutánea y 5 de visceral, para un total de 2.869.
La enfermedad, producida por un mosquito al que comúnmente los campesinos llaman ‘pito’ y que se manifiesta con dificultad para respirar, hemorragia nasal y especialmente llagas en la piel, que incluso pueden convertirse en úlcera cutánea, ha atacado principalmente las zonas rurales del sur del departamento, donde viven unos 150.000 habitantes dedicados al cultivo de café.
Fair Alarcón, director de vigilancia epidemiológica de la Secretaría de Salud del Tolima, afirmó que el municipio más afectado es Rovira, con 724 casos en el transcurso del año.
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Le siguen Chaparral, con 640; Rioblanco, con 507; San Antonio, con 222; Ortega, con 343, y Planadas, con 182. Líbano, que está en la zona norte y con temperaturas más bajas, notificó 20 casos, e Ibagué, 23.
“El mosquito pica, deja un parásito en la persona, el cual es microscópico y termina en cola, por lo que tiene movimientos circulares que hacen que las ulceraciones sean de la misma forma”, aseguró Alarcón, y agregó que, históricamente, Tolima ha tenido, cada 4 o 5 años, picos epidémicos elevados, “pero el 2016 ha sido muy activo y complicado en este sentido”.
Generalmente, la leishmaniasis cutánea termina causando lesiones en la piel que inician como un granito pequeño, pero crece y genera infección si no se acude a un tratamiento eficaz y oportuno.
Como las situaciones más complicadas se dan en zonas apartadas, hasta esas regiones llega personal de salud con la finalidad de aplicar el tratamiento, que consiste en 20 inyecciones suministradas por el Gobierno Nacional a las secretarías de Salud.
Eduardo Lozano, coordinador de enfermedades transmitidas por vectores (mosquitos), recomienda que, en las zonas de alta presencia de la enfermedad, lo importante es la autoprotección y el uso de ropa adecuada: “Camisa de manga larga, pantalón, sombrero y gorra, para que una mínima parte del cuerpo quede expuesta a la picadura”.
“Cuando el ‘pito’ pica, se siente una quemazón en la piel”, comentó Lozano, quien además recomendó una buena disposición de la materia orgánica en descomposición que se deja en los alrededores de las viviendas, como basuras y desechos de la caña y del lavado del café.
“En las zonas afectadas del Tolima, siempre ha existido el vector. Lo que ocurre es que, al llegar personas de otras regiones, como recolectores de café, no se toman las precauciones necesarias”, señaló Lozano.
Lo que deben hacer las entidades de las poblaciones afectadas es solicitar el tratamiento en las respectivas secretarías de Salud de los departamentos, que en 24 horas lo aprueban y es entregado a personal especializado.
“Por la alta cosecha de café, la situación ha sido complicada, pero hemos podido atender los casos y apoyar a las autoridades de salud en los municipios”, sostuvo Lozano.
FABIO ARENAS JAIMES
Corresponsal de EL TIEMPO
IBAGUÉ