Los augurios del 6 de marzo no pudieron ser mejores para el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. Ese día, el grupo catalán La Fura dels Baus protagonizó la inauguración de esta fiesta cultural con el espectáculo Afrodita y el juicio de Paris, al que asistieron 80.000 personas.
Así comenzó la edición 15 del Iberoamericano, con una programación que tuvo espectáculos de primer nivel, comenzando por las propuestas del país invitado de honor, México.
Entre las producciones del país azteca sobresalieron El círculo de cal, impecable epopeya sobre la justicia y la maternidad dirigida por el maestro Luis de Tavira; Baños Roma, una cuidadosa mezcla de teatro documental y relatos biográficos sobre la violencia en Ciudad Juárez, y Mendoza, actualización de Macbeth en la que los versos de Shakespeare se adaptaban al lenguaje mexicano con una naturalidad abrumadora.
También se destacaron los países nórdicos, que protagonizaron una sección especial en la que brillaron Hamlet, de Dinamarca, y Fanny y Alexander, de Suecia.
Viejos conocidos del festival también recogieron aplausos, como el actor argentino Darío Grandinetti, que presentó el monólogo Novecento, y el director esloveno Tomaz Pandur, que dirigió Fausto, en lo que significó su despedida de las tablas, ya que falleció pocas semanas después.
![]() 'El círculo de cal', de la Compañía Nacional de Teatro de México, fue una de las mejores obras de esta edición del Iberoamericano. |
Se presentaron piezas encantadoras: el Otelo de marionetas chileno y Songs of Lear de Polonia; polémicas: la alemana El enemigo del pueblo, que generó controversia con su debate abierto en el que participó el público, e irreverentes: la británica Dead Dog in a Suitcase, con su apabullante estilo de esperpento musical.
Pese a que el Iberoamericano sacó una alta nota en el plano artístico, hubo lunares en la organización y problemas en la venta de boletería en salas como Casa E y el Teatro Colón.
Esos eran también augurios de lo que estaba por llegar: en mayo, Daniel Álvarez Mikey, hijo de Fanny Mikey y director ejecutivo del Teatro Nacional, alertó en una carta que su cargo desapareció por decisión de la junta directiva y denunció malos manejos en las finanzas del festival.
Así comenzó una polémica que incluyó solicitudes de una reingeniería en la administración y reclamos desde el Ministerio de Cultura. El festival afirmó que está trabajando para solventar sus deudas, que ascienden a 4.000 millones de pesos, y adelantó que está en un proceso de auditoría.
Ahora, el Iberoamericano tiene la tarea no solo de configurar su programación de la edición del 2018, sino ganarse de nuevo la confianza del público, que en el 2016 llenó las salas con una histórica ocupación del 82 por ciento.
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