Bajo el costado norte del emblemático puente de Román, que une al Centro Histórico de Cartagena con el barrio de Manga, habita César, un joven que se lanzó a la calle hace 10 años, cuando dejó Santa Rosa, su pueblo natal en el sur de Bolívar.
Con su piel morena pegada a los huesos, César sale de cuando en cuando, de las aguas nausebundas de la Bahía de Cartagena, a hurgar en las canecas de basura del barrio Getsemaní, su entorno de supervivencia, donde saca alimentos y basuras para reciclar.
Él dice que tiene 18 años, pero las cicatrices de la vida de andén y una avanzada alopecia muestran a un hombre que supera los 35 años. Aunque no lo acepta, es claro que su principal problema es el consumo de drogas.
El censo de habitantes de la calle que presenta el Distrito para el 2016 señala que hay 500 personas adultas en esta condición. El 34 por ciento de la población de la calle de Cartagena se encuentra en edades entre los 18 y 27 años de edad, es decir, adultos jóvenes en etapa productiva.
César forma parte del amplio porcentaje de habitantes de la calle que encontraron en los extramuros de la Ciudad Heroica el mejor escenario para sobrevivir. “La presencia de restaurantes y hoteles les facilita la consecución de comida y material para el reciclaje”, señala el general Carlos Ernesto Rodríguez, comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena. (En Cartagena muchos turistas viven como habitantes de calle).
El Centro Histórico, donde se concentra la actividad turística, recibe al 36 por ciento de esta población. La Avenida del Lago, en inmediaciones del mercado popular de Bazurto, y Ceballos son los otros sectores que concentran la mayor población de calle.
John Montaño
CARTAGENA