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La paz, sobre todo

No es poca cosa esta paz anhelada a lo largo de tantas décadas y de tantos gobiernos.

Fernando Quiroz
Bastaría con darles una mirada rápida a los resúmenes noticiosos para pensar que este que agoniza fue un año triste. Nefasto, si se quiere, a juzgar por hechos lamentables como la serie de crímenes que terminaron con la vida de la niña Yuliana Samboní, como el largo y doloroso listado de niños que murieron en el departamento de La Guajira a causa de la desnutrición, como la increíble suma de asesinatos cometidos contra líderes sociales en tan diversos puntos de la geografía colombiana: una suma ante la cual sorprenden, duelen e indignan las muy tibias reacciones y actuaciones del Gobierno, de las instituciones encargadas de administrar justicia, del periodismo y de la sociedad.
No olvidaré el dolor de las familias de los protagonistas de estas noticias lamentables, cuando no aberrantes y escandalosas. Y creo que a la sociedad y a la justicia les conviene tenerlas presentes para tratar de construir un país más justo y más digno: como quienes se valen de los errores y de los horrores cometidos y vividos para evitarlos, para corregirlos, para tratar de ser mejores. Como la bella flor del loto que crece en el fango.
No lo olvidaré. Como tampoco olvidaré las cifras indignantes de la corrupción política, las mentiras criminales con las que sustentaron la campaña por el No en el plebiscito de la paz, ni la agresión de Germán Vargas Lleras a su escolta, que anticipa el maltrato que puede esperar el país de una eventual presidencia suya.
Pero en estos días posteriores a la Navidad y previos a la llegada del 2017 –que viene cargado, como cada nuevo año, de sueños e ilusiones– quiero recordar, sobre todo, que Colombia recibió uno de los más grandes regalos de su breve y dolorosa historia: la firma de la paz, que silenció los fusiles de las Farc: y basta con revisar noticias y estadísticas para comprender de qué manera este acuerdo le ha permitido al país llevar una vida más tranquila.
No es poca cosa esta paz anhelada a lo largo de tantas décadas y de tantos gobiernos. No es poca cosa, aunque los mezquinos y las aves de mal agüero pretendan estúpidamente tapar el sol con un dedo. Es tan grande y tan importante la llegada de la paz que bastaría solo esta noticia para confirmar que el 2016 también fue un año maravilloso y que tiene motivos para llevarlo en el corazón.
Les deseo un nuevo año lleno de gratos momentos.
Fernando Quiroz
Fernando Quiroz
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