La tragedia en el suburbio de Tultepec, en México, debe hacernos reaccionar ante el inminente peligro de la pólvora y todo aquello que se almacene en grandes cantidades y que de alguna manera conlleve la tragedia. Esto me hace recordar el municipio de La Paz, en el Cesar, donde no es un secreto que más del 80 por ciento de sus pobladores apilan en sus casas grandes cantidades de gasolina, la cual venden en las consabidas pipetas o galones a los pobladores de Valledupar y sus alrededores. Todos los ciudadanos de Valledupar saben, y por ende las autoridades, pero uno se pregunta: ¿por qué no se hace nada? El mercado de pirotecnia en la ciudad de México llevaba más de 15 años allí, y por más que se diga que se tomaban las medidas de seguridad, no es la primera vez que ocurre este tipo de tragedias. Tal vez como no se registraron muertes, siempre se dejó pasar por las autoridades, y aun por sus mismos habitantes, que, como en La Paz, se hacen los ciegos, sordos y mudos, por aquello de la necesidad del rebusque.
Adriana Arciniegas Galindo
Bogotá
¿Por qué tanta indiferencia?
Señor Director:
De acuerdo con lo que acaba de publicar EL TIEMPO (22-12-16) sobre el saqueo de la alimentación escolar, sigo pensando en lo preocupante que es la podredumbre administrativa. Nunca pensé que fuera capaz de arrebatarles de la boca a los niños más pobres del país el pan que les suministra el Estado, sin que importe que en La Guajira, solo en este año, han fallecido 65 niños por física hambre.
Hasta dónde han llegado la indiferencia y la indolencia de esos seres sin corazón y sin alma. ¿Dónde están los encargados de velar por la nutrición de tantas criaturas desfallecientes, teniendo en cuenta que donde muere un niño por desnutrición, toda la familia adolece de lo mismo?
Con el debido respeto, ¿dónde está el Gobierno, dónde está el Ministro de Salud, dónde está el ICBF hoy, cuando estamos clamando por una paz estable y duradera? Un país con hambre no podrá vivir en paz.
José Uriel Pérez
Bogotá
Los ‘elenos’ y los disidentes
Señor Director:
El Eln y miembros disidentes de las Farc continúan delinquiendo en el territorio nacional, causando destrucción, muerte y en progreso con el maldito negocio del narcotráfico. Los ‘elenos’ no han querido soltar a Odín Sánchez y otros secuestrados más, siguen asesinando a soldados por la espalda y utilizando francotiradores. No dejan de volar oleoductos; los disidentes de las Farc, que a la fecha no sabemos cuántos son, siguen exportando y comercializando la coca y tienen su zona de producción y exportación (Vichada y Tumaco). A todas estas, lo único que esperamos es que las FF. AA., en cumplimiento de su deber, ataquen la amenaza que atenta contra la población civil y la economía nacional. Lo único que esperamos son resultados tangibles.
Ricardo García Ch.
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