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Nuevo amanecer

Con paso firme, aunque sorteando numerosas dificultades, caminamos hacia la paz.

Lucy Nieto de Samper
A pesar de que un sector del pueblo colombiano sigue empeñado en ponerle zancadilla al Acuerdo de Paz, acuerdo que fue reformado teniendo en cuenta la mayoría de las objeciones de sus constantes oponentes y que finalmente firmaron, en el teatro Colón, el presidente Santos y Rodrigo Londoño, jefe de las Farc, para Europa –y es posible que para otros países–, Colombia y el presidente Juan Manuel Santos son los personajes del año. ¿El motivo? Buscar la paz tras medio siglo de guerra.
Para completar, The Economist, importante publicación del Reino Unido, escogió a Colombia, entre muchos países del mundo, para declarar que es el más importante en el 2016. Y el motivo volvió a ser: buscar la paz, a pesar de las muchas dificultades y de las muchas incomprensiones.
En su reciente gira por Europa, el presidente Juan Manuel Santos fue exaltado, tanto por su firmeza como por su empeño en ponerles fin a 60 años de violencia. Por eso, Noruega le otorgó el Nobel de Paz, premio codiciado por todos los pacifistas del mundo; y en Asís (Italia) le dieron la Lámpara de la Paz. En España recibió un premio de economía y en el Vaticano, el papa Francisco, a quien esperamos en Colombia el año entrante, le dio su bendición y le renovó su apoyo. Pero el santo padre no logró que el tenaz enemigo de Santos, invitado de última hora a esa reunión, le apostara a la reconciliación. Le dio gusto en bendecirle una camándula que, quiera Dios, pueda servirle para rezar por la paz de Colombia y por su paz interior. Porque vivir siempre en plan de guerra, siempre criticando, siempre echando chispas, tiene que ser agotador.
Por otra parte, me parecen incomprensibles e inaceptables los duros ataques del expresidente Andrés Pastrana al Acuerdo de Paz. Después del criticado despeje de San Vicente del Caguán: 47.000 km, es decir, un estado dentro del Estado, en donde las Farc se multiplicaron y fortalecieron después de ese fracasado intento de paz, él no tiene autoridad para echar rayos y centellas contra lo que se logró conciliar en La Habana a lo largo de 6 años de duras y complicadas negociaciones. También sorprende la insistencia con la que algunos abogados antigobiernistas le siguen buscando el pierde al requeterrepasado, manoseado y golpeado Acuerdo de Paz.
Mas, no obstante los constantes ataques contra ese Acuerdo; no obstante las críticas y los rebuscados argumentos, que con inocultables intereses políticos le siguen cayendo, la paz se ha abierto camino. En el Congreso Nacional, las comisiones primeras de Senado y Cámara aprobaron, vía fast track, la ley de amnistía que favorece tanto a guerrilleros como a militares. Y allí mismo, Voces de Paz, un movimiento que no es de guerrilleros pero sí representa a las Farc, protagonizó un aceptable debut Imelda Daza, exintegrante de la Unión Patriótica; en un discurso muy conciliador, invitó al país a perdonar. Y dijo una frase que vale la pena no olvidar y puede servirnos para reflexionar y obrar en consecuencia: “Sobre el odio nada se puede construir”.
Con paso firme, aunque sorteando numerosas dificultades, caminamos hacia la paz. En zonas previamente escogidas y acondicionadas, empiezan a acomodarse los excombatientes de las Farc. Según cálculos del general Javier Flórez, incluidos los guerrilleros presos, unos 15.000 colombianos se integrarán a la vida civil. Y ya comenzaron a correr los días para que empiecen a dejar las armas que manejaron durante 60 años para cometer toda clase de atropellos. Con esas armas se construirán tres monumentos, que querrán decir: nunca más.
Pero, para que por fin haya paz, tenemos que comenzar por desarmar los espíritus. Y vale la pena no olvidar lo que dijo en el Congreso Imelda Daza: “Sobre el odio nada se construye”.
Lucy Nieto de Samper
lucynietods@gmail.com
Lucy Nieto de Samper
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