Señor Director:
El microtráfico es uno de los peores crímenes de los traficantes de drogas, pues no solo lleva implícita una cadena de delitos, ‘vendettas’ y muerte, sino que envenena a la niñez y la juventud. No les duele enviciar a menores con tal de ir captando nuevos clientes, a los que les arruinan la vida. Por eso se debe detener al jíbaro por delitos como daño contra menores, narcotráfico, etc., y obligarlos a contar quiénes son los distribuidores mayores. El hecho es llegar a los grandes capos. También, hacer requisas constantes en las entradas a las ciudades, revisar las remeses por tierra. Hay que ver por dónde entra la droga. Ese debe ser uno de los propósitos para el 2017, aparte de reducir al máximo las plantaciones de coca. El Estado, las autoridades, la sociedad no podemos dejarnos ganar la pelea de unos pocos inhumanos y tenebrosos delincuentes que cuando caen ya han logrado hacer mucho daño.
José Francisco Piñeres
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Señor Director:
Los narcotraficantes, ante los golpes y decomisos propinados por nuestras autoridades a sus grandes ‘exportaciones’, han aumentado y dirigido su distribución de drogas ilícitas al consumo interno en ventas menudeadas, muchas de las cuales inician a nuestra juventud de todos los estratos y edades, con ingeniosas ‘promociones’ y pruebas gratuitas detectadas en escuelas, colegios, universidades, parques públicos y en la misma sociedad. Aparte de las detenciones diarias que realiza nuestra Policía, registro y estadísticas de consumidores reincidentes, se debería utilizar la estrategia de premiar pagando, así como se combaten otros delitos, por la delación-información de quiénes se las venden o distribuyen, y así poder acabar con estas mafias que envenenan a nuestra juventud.
Rafael Antonio Córdoba Ardila
Inauguración y reparación
Señor Director:
Soy usuario frecuente de la carretera Central del Norte. Como bien se sabe, en julio del presente año se inauguró la variante de Tocancipá, después de muchos años de estar en construcción interrumpida en varias ocasiones. Pues bien, es increíble, pero desde su inauguración hasta hace pocos días han tenido que reconstruir las dos vías casi en su totalidad, debido a que en muy breve tiempo la carretera se dañó, el pavimento se fracturó en casi todo el trayecto y tuvieron que cambiar buena parte del piso a una profundidad considerable. ¿Quién paga estos arreglos y qué tipo de sanción recibe el contratista?
En el tramo de la variante de Gachancipá, vía de norte a sur, es increíble observar que para el paso de peatones han puesto unos reductores de velocidad, y unos policías bachilleres les dan el paso a quienes deben atravesar la vía para dirigirse a sus casas o sus trabajos; no hay un solo puente peatonal, por lo cual se pone en peligro la vida de muchos transeúntes. Es una vergüenza que una de las vías más importantes del país tenga este sistema tan absurdo en pleno 2016, cuando estamos hablando de las carreteras 4G.
Jorge Umaña
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