“La Navidad es el momento perfecto para sentir el calor de hogar”, recalca Nelly Ríos, quien se encarga de hacer pesebres gigantescos en cada una de las casas de sus 14 hermanas y hermanos en la localidad de Suba.
Dura dos días en cada casa y los arma con cajas, figuras y paja, pero los elementos que no pueden faltar en esos pesebres son la humildad, el espíritu y las ganas de hacerlo con mucho amor.
La tradición empezó desde niña, cuando acompañaba a hacerlo a su padre en una iglesia de Arauca, de donde es oriunda. Cuenta Nelly, de 57 años, que él decía que el pesebre debía ser grande.
Ahora, la familia Ríos se reúne cada día de Novena en una casa diferente para compartir entre ellos. Pueden llegar hasta 60 personas.
“La Navidad debe ser de unión familiar y se recibe con las puertas abiertas a las personas, se comparte con los niños y se les inculca la importancia del pesebre, también se dan obsequios para que los niños tengan la intención de rezar la novena y recuerden la importancia del Niño Jesús, de nuestro Dios”, dice Nelly.
Al finalizar cada Novena, los años de unión y recogimiento les ha permitido incluso adaptar villancicos para la familia. Como un sello de la casa al finalizar los rezos sellan el día con el cantico: “beben y beben y vuelven a beber, los Ríos en Novena que ven al Dios nacer”.