La Navidad es una fecha tan importante en la vida de un niño que deja una huella imborrable.
No hay un solo niño para el que no sea interminable la espera de la Navidad. La añoran y cuentan los meses, los días, pues en esa época ellos se vuelven el centro de atención afectuosa de sus padres y demás miembros de la familia.
Esta vivencia les recuerda que son queridos y aceptados y los recarga de energía, emocionalmente hablando.
Además, los regalos que reciben son símbolos naturales del inmenso amor de sus allegados.
Diciembre es la fecha en la que todos se alistan para las festividades. Desafortunadamente, la rumba implica toda clase de excesos, especialmente los que tienen que ver con el licor.
La mayoría de las novenas son acompañadas con licor y se convierten en una fiesta que nada tiene que ver con la Navidad. El significado real de esta época se ha desvirtuado y transformado en una motivo más de diversión, como sucede en cualquier otro momento de fiesta.
Por esta razón es muy importante que las familias rescaten el verdadero sentido de la Navidad, que es el de momentos de unión familiar, en los que existe la oportunidad de rescatar tradiciones de amor únicas como lo son las novenas, los villancicos, la cena del 24 y, en general, la alegría por el nacimiento del Niño Jesús.
Las tradiciones son muy importantes como herramienta de prevención de malos hábitos y sirven para crear escenarios donde uno se puede sentir querido y apreciado y, al mismo tiempo, hacer sentir así a los demás.
Por la unión familiar
Las tradiciones nos ayudan también a construir cimientos fuertes en una familia. Reunirse de manera sana y amorosa nos permite transmitir un legado de recuerdos maravillosos a la próxima generación.
Por ejemplo, ¿quién no recuerda las costumbres y los ritos navideños de su niñez? A todos nos permitieron ‘recargarnos’ emocionalmente y desarrollar un sentido de pertenencia a una familia y una cultura. La invitación, entonces, es a celebrar una fiesta única con ritos propios de la fecha que permitan nutrir el espíritu, independientemente de cuáles sean nuestras creencias.
Ojalá los padres de familia puedan ser enfáticos con sus hijos en cuanto a que estas celebraciones son en familia y sin licor para los menores de 18 años.
Es una excelente oportunidad para dejarles bases de unas buenas costumbres, que tengan recuerdos de solidaridad y afecto, en lugar de borracheras y guayabos.
Volver al verdadero significado de la época
Hoy en día, vemos que ya hay vacios y tristeza, pues la celebración se queda en lo superficial, que es el regalo obligado y la rumba incesante. Entonces, es importante transmitirles a los hijos que la Navidad es una época para dar y recibir.
Muéstreles a sus hijos que ellos también tienen algo que dar. Esto puede ser desde una visita a un orfelinato, un ancianato, un hospital, o pasar un rato con alguien que veamos solo y necesitado. No importa qué ofrezcan, ya sean regalos, momentos o promesas, pero deben aprender a dar, y ese tipo de cosas no les cuestan nada y sí les pueden dar grandes satisfacciones y orgullo.
El recibir sin el dar no es un buen mensaje. Es la Navidad una magnífica oportunidad para despertar en nuestros niños una sensibilidad social, darles seguridad y nutrirlos emocionalmente.
Para aquellos que manifiestan tristeza y melancolía por la ausencia de sus seres queridos, hay que validarles sus emociones y, así mismo, incluirlos en los rituales navideños que más les gusten.
Aquellos que han tenido pérdidas familiares recientes necesitan más que nunca el calor y el afecto genuino de su familia para iniciar así un ciclo diferente de la vida.
La Navidad es una época del año que debe ser tomada como una oportunidad familiar para enseñar y practicar valores, perpetuar tradiciones y afianzar afectos.
Permita que sus familias graben ‘experiencias positivas’ de Navidad, esto da una fuerza psicológica que perdura y nos permite, más adelante, combatir con éxito la adversidad.
Los recuerdos de Navidades felices son el mejor regalo que un padre puede dejarles a sus hijos. Si todavía no existen costumbres navideñas en su familia, nunca es tarde para comenzar.
Tenga en cuenta al celebrar
Enseñe a sus hijos a dar, a compartir y a reconocer que existen personas que no cuentan con las mismas condiciones de vida que ellos.
Los regalos son un símbolo de afecto. Lo importante no es el tamaño, sino mostrar que se pensó en la persona querida al elegir ese detalle.
Enseñe a su hijo a que le dé regalos, así sea un presente sencillo, elaborado por él mismo. Así promueve un gran valor, el de la gratitud a papá y mamá.
No olvide que la Navidad y los cumpleaños son fechas que hacen sentir al niño importante para su familia, por eso hágalos parte de la celebración.
Feliz Navidad.
ANNIE DE ACEVEDO
Psicóloga y educadora
Especial para ‘ABC del bebé’