Señor Director:
Muy interesante su editorial de este domingo sobre los nombramientos del nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. No dan motivo para la esperanza, sobre todo porque apuntan, como nunca se pensaría hace unos años, a una inquietante cercanía con el gobierno del señor Vladimir Putin. Eso lo dice al nombrar como secretario de Estado a Rex Tillerson, amigo cercano del presidente ruso.
Y qué tal nombrar como fiscal general a un senador antiinmigración que ha hecho duros comentarios racistas, sobre todo contra las negritudes. Y así, casi todos. Escoger a quienes han querido acabar con las instituciones para dirigirlas ya es un muy mal mensaje. El nerviosismo por la elección de Trump sigue en el mundo. Uno no sabe qué le espera a Cuba, qué hará con las relaciones con China, que no son un juego. Ni qué nos espera con el plan Paz Colombia, en el cual Estados Unidos aporta mucho. Queda la esperanza en el Congreso norteamericano. Dios nos ayude.
Ángel María Aguilar
La cita en Roma fue útil
Señor Director:
Contra lo que muchos dicen, la reunión entre su santidad el Papa, el Presidente de la República y el jefe de la oposición fue un éxito.
Éxito, porque sencillamente se realizó y se mostraron deseos de compartir para debatir y llegar a consensos que beneficien al pueblo de Colombia, que en últimas es el que ha sufrido los horrores de un conflicto demencial por grupos que han querido sustituir el Estado.
Efectivamente, se pueden cambiar comas, poner puntos y adicionar o sustituir palabras en busca, como se dijo antes, de proteger y beneficiar al pueblo, que es el constituyente primario. Las balas, las bombas, las amenazas a estas alturas no tendrán eco. Solo la grandeza de la ley.
Esperamos, pues, que sigan los consensos y que el congreso estudie qué es lo que le conviene a Colombia. Que no haya miedo a corregir o a aceptar lo que esté acorde y lo que puede aprobar.
Ricardo García Ch.
Bogotá
El pesebre y el árbol
Señor Director:
El santo padre ha explicado que también los pesebres colocados en las iglesias, en las casas y en tantos lugares públicos son una invitación a “hacer sitio a Dios en nuestra vida y en la sociedad”, escondido en el rostro de tantas personas que están en condiciones de dificultad, de pobreza y de tribulación. El pesebre y el árbol –ha señalado– forman un mensaje de esperanza y de amor, y ayudan a crear el clima natalicio favorable para vivir con fe el misterio del Nacimiento del Redentor, “venido a la Tierra con sencillez y mansedumbre”. Dejémonos atraer –ha invitado– con ánimo de niños, delante del pesebre, porque allí se comprende la bondad de Dios y se contempla su misericordia, que se ha hecho carne humana para ablandar nuestras miradas.
Pedro J. Piqueras Ibáñez
Girona (España)
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