Víctor Maluche, un universitario de Neiva (Huila) y parte de una organización de derechos humanos, llegó a Medellín para el primer encuentro nacional de jóvenes por la paz, con la idea de conocer las iniciativas que muchachos de otros 31 departamentos desarrollaban desde sus territorios para dejar atrás la cultura generada por 52 años de guerra.
Sin embargo, los más de 300 jóvenes presentes, conscientes del poder de movilización que lograron tener después del rechazo de lo pactado en La Habana en el plebiscito, sabían que no se podían quedar solo en eso.
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Se reunieron en el I Encuentro Nacional de Acción Juvenil por la Paz, auspiciados por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, para conformar lo que será un movimiento que hará veeduría a la implementación de lo pactado con las Farc. La juventud del campo y de las grandes ciudades se puso de acuerdo en ello este sábado, después de dos días de charlas y discusiones alrededor del papel de los jóvenes en el nuevo escenario de construcción de paz en el país.
El fin es unir fuerzas y no actuar de manera dispersa, como hasta el momento lo han hecho. Así lo constataron en el encuentro, tras conocer, por ejemplo, la labor de Hernán Castellanos, uno de los líderes juveniles de la 'Asociación Mejor Presente' de Uribe (Meta), que convocó vigilias por la paz con los propios frentes de las Farc, para la consecución de un acuerdo definitivo.
“Estamos definiendo una articulación que nos permita actuar en función de la paz y para hacer veeduría, como un actor político, a la implementación”, dijo Maluche, de la Corporación Semilla y Memoria, cuyo objeto es la protección de los derechos de los prisioneros políticos y que ayuda dentro de la Coalición Larga Vida a las Mariposas en el censo de los miembros de las Farc que podrían ser excarcelados en el marco del proceso de paz.
Por su lado, Cristián Guzmán, parte del movimiento Paz a la Calle y uno de los promotores de la multitudinaria marcha en Medellín tras el triunfo del No, afirma que como “generación de paz”, quieren “pasar de ser vistos como los impulsores, a los veedores de la implementación y generar propuestas desde los territorios”. Fue el moderador de la asamblea que aprobó la moción de constitución del nuevo movimiento.
Guzmán cuenta que desde ya planean llevar a cabo un segundo encuentro en febrero, esta vez teniendo como sede un lugar marcado duramente por el conflicto. Hubo propuestas de realizarlo en Cauca y se impusieron la tarea de traer las visiones desde cada una de sus regiones para esa fecha. Muchos de ellos vinieron de lugares golpeados por la guerra como Putumayo, Caquetá o Arauca.
Asimismo harán una petición formal al alto comisionado Sergio Jaramillo, a la Red de Territorios por la Paz, la Ruta Pacífica de las mujeres, la Conversación más grande del mundo y el Proyecto Diálogos y Capacidades para la paz territorial, organizaciones que también apoyaron el encuentro, para que les colabore con la logística del segundo encuentro en donde definirán su accionar político para los próximos años.
La persecución, una de las mayores preocupaciones
Al evento asistieron líderes sociales, campesinos, actores culturales, víctimas del conflicto, entre otros, que impulsan desde sus regiones desde proyectos productivos hasta programas artísticos para evitar que la juventud entre al círculo de la violencia.
Dentro de sus preocupaciones están las amenazas y asesinatos que han sufrido líderes en sus territorios, temen que el Estado no haga nada para conjurar esa situación. También les preocupa que las medidas del acuerdo de paz se impongan en sus regiones con una visión centralista y sin contar con la perspectiva de quienes viven en ellos.
En eso coinciden con al menos 250 personeros del país, al igual que con la falta de recursos y de seguridad en sus territorios, en particular en aquellos donde van a quedar las 23 zonas veredales donde las Farc llegarán a finales de diciembre para empezar su desarme.
En el acto de cierre también participó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) con el fin impulsar esa red juvenil en construcción para vigilar que lo pactado no se quede en el papel, amparados por la resolución 2250 de esa organización y que debe cumplir el Estado Colombiano. A las afueras del Teatro Pablo Tobón Uribe, hubo una muestra cultural del grupo de rap C-15 de la comuna 13, ejemplo de reconciliación en uno de los sectores más estigmatizados por la violencia en Medellín.
La confirmación del nuevo movimiento juvenil a nivel nacional se da en un momento en que Bogotá fue seleccionada como sede del One Young World, evento que se llevará a cabo en octubre de 2017 para ampliar las voces de los jóvenes líderes. Justamente, la capital de la República se escogió como un reconocimiento por la consecución de un acuerdo definitivo de paz, en el que la juventud fue clave.
Para Diego Bautista, director del programa Territorios de Paz de la Oficina del Alto Comisionado, el entusiasmo por haber logrado un segundo acuerdo con la insurgencia ha disminuido, pero son los jóvenes los encargados de “subirle el volumen a la celebración” y los “encargados de que no se apague”.
“Ya no se trata de ver el acuerdo de paz por televisión, ni a los señores del Gobierno y de las Farc, sino en la vida cotidiana y en los territorios mismos. Los más indicados para verificar eso son sus actores mismos y entre ellos, los jóvenes que van a jugar un rol muy importante”, concluye.
JUAN CAMILO PEDRAZA
Redacción PAZ