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Primeros pasos hacia la paz

Víctimas, excombatientes, comunidades, empresarios: ¡la suerte de la paz está en sus manos!

Socorro Ramírez
La concentración de las Farc para dejar las armas y prepararse para su reinserción en la vida civil es esperanzadora. Aunque enfrenta demoras en la adecuación de algunas infraestructuras e intentos de saboteo, también encuentra en las zonas veredales transitorias muchas personas dispuestas a ayudar a superar las dificultades y a acompañar con coraje los primeros pasos hacia la construcción de la paz.
Víctimas, sacerdotes, religiosas, profesores y agrupaciones sociales de esas zonas, convocados por la Comisión de Conciliación Nacional y la Conferencia Episcopal, han puesto en común tanto sus propias preocupaciones como las de distintos sectores locales y, en diálogo con el Gobierno, con Naciones Unidas y con las Farc, han podido sopesar la trascendencia de su tarea.
Sectores como los allí reunidos se disponen a acompañar la transición de las Farc, que es también la del país. Con ese fin revisaron qué hacer ante angustias y expectativas de los que concurren en el proceso: víctimas, excombatientes, comunidades, autoridades civiles y militares, empresarios, misión de Naciones Unidas. Por razones de espacio, me limito a los tres primeros.
Las víctimas expresaron preocupación porque hay quienes están estimulando su división y haciendo uso político de ella, y por la indiferencia reinante en algunos sectores de la sociedad frente a la tarea que les espera, de lograr verdad y no repetición, reparación y acceso a derechos. Las personas participantes en los encuentros trazaron líneas de acción para ayudarlas a superar el miedo y el odio, a procesar el duelo y el perdón individuales y colectivos, a transformar su victimización en acción por la reconciliación y a mirar los territorios mismos como víctimas que requieren reparación colectiva.
Los talleres examinaron además las preocupaciones de una guerrilla que llega a su fin, acrecentadas tanto por la presencia paramilitar y el asesinato de líderes de la restitución de tierras como por el triunfo del No, que los dejó a mitad de camino, sin certeza sobre lo que seguía. Mientras esperan la amnistía y el indulto, y la habilitación de su alojamiento, alimento o salud en algunas zonas, intentan reconstruir su vida e identidad. Se preguntan si las comunidades los van a acoger, si el Estado les va a cumplir, y qué pasará después de su concentración.
Aunque los participantes en los talleres abrigan temores, se dispusieron para acoger a los exguerrilleros, dialogar con ellos sobre sus miedos, expectativas y su reinserción integral, para darle sentido a su nueva vida y ajustar a la legalidad su trabajo y acción política en favor de la paz territorial. Se esforzarán por ayudarlos a identificar posibilidades educativas, proyectos cooperativos y productivos, vinculación laboral; a cumplir compromisos, evitar tensiones, superar soberbias y dogmatismos. Y por promover el respeto y valoración de los reinsertados, no su estigmatización.
Los talleristas también acordaron formas para encauzar la preocupación de las comunidades sobre las zonas de concentración y para procesar sus temores a que guerrilleros deserten o no cambien su relación con distintos sectores locales, que grupos irregulares ocupen sus espacios y negocios, que el Estado no llegue pronto y que no haya acuerdo sobre alternativas a la coca. Le dan prioridad al diálogo local para despolarizar sus regiones y superar tanto la mentalidad asistencialista como la justificación del uso de la violencia en la lucha política, en el control social y del orden público.
Víctimas, excombatientes, comunidades, empresarios, autoridades civiles y militares: ¡la suerte de la paz está en sus manos! Imposible dejar a la deriva estos pasos cruciales para el fin de la confrontación armada.
Socorro Ramírez
Socorro Ramírez
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