La relación entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez ha pasado desde la más estrecha cercanía hasta la más abismal distancia. Durante su gobierno (2002-2010), el expresidente tuvo en el hoy Presidente a una de sus figuras más destacadas. Fue su ministro de Defensa, precisamente, cuando las Farc sufrieron los mayores golpes.
Santos recibió la bendición de Uribe para aspirar a sucederlo. Tras llegar al cargo, Santos consideró que la confrontación bélica había llegado a su límite y buscó una salida negociada al conflicto armado. Esto, sumado a unas decisiones políticas del mandatario, creó una ruptura que fue escalando hasta llegar al extremo de que Uribe se convirtió en su máximo contradictor.
Con el proceso de paz andando, Uribe optó por una oposición cotidiana. Cuando se firmó, encabezó a los líderes del ‘No’ y anunció que saldría a la calle para manifestarse en contra. Como se trata de dos de las figuras más influyentes en la política nacional, son varias las personalidades que han tratado de buscar una reconciliación. Desde el gobierno de EE. UU. que encargó a Bernie Aronson, el enviado especial del presidente Barack Obama, para la negociación de tender puentes pero fue infructuoso.
Luego entró a escena, Kofi Annan, nobel de paz y exsecretario de la ONU, quien vino hasta Bogotá y llamó al diálogo y a la reconstrucción de relaciones políticas entre los dos, con el objetivo de consolidar el fin del conflicto en Colombia. “Ambos quieren la paz, pero hay diferencias. Los dos deberían hablar, quizás a puerta cerrada, y debatir sus diferencias a solas para encontrar coincidencias”, sugirió. Ahora, entra en escena su santidad en persona.