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'Cese bilateral mostró que un país en paz puede transformar el campo'

El ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, explica el momento que vive el campo colombiano.

EL TIEMPO
Dos años después de su posesión como ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri Valencia habló con EL TIEMPO sobre el momento que vive el campo colombiano y el futuro que le espera de cara a un posconflicto que podría ser el escenario de su transformación.
¿Qué representa el posconflicto para el campo?
Es el renacer del sector rural colombiano. El posconflicto es una oportunidad para los campesinos, indígenas y afros que llevaban 50 años en abandono, como consecuencia de la indiferencia y, especialmente, por esta guerra que no se libró en el Chicó, sino en Chocó.
Uno de los obstáculos es que el Estado no ha llegado a las zonas apartadas ¿cómo cambiar esto?
La solución a este problema se demora. No es una cosa de un día porque hay muchos años de abandono y atraso, pero se puede, y tiene que ser integral. Así lo establece el acuerdo de La Habana, que en el tema de agricultura más parece un plan de desarrollo del sector rural. Yo no creo que una persona se pueda oponer a lo que está escrito en ese acuerdo.
¿Qué tanto se ha avanzado en el tema de restitución de tierras y de la legalización de predios?
En total tenemos 200.000 hectáreas restituidas. Hay un mito que dice que hay seis millones de hectáreas por restituir, pero eso no es verdad. El máximo de personas que salieron desplazadas del campo, que eran propietarias de predios, fueron 350.000, de las cuales por lo menos 250.000 pudieron retornar tras las mejoras de las condiciones de seguridad en el país. Es decir que quedaron 100.000 propietarios que no pudieron retornar.
¿Y qué pasa con ellos?
En la actualidad, hay 80.000 demandas en trámite. Cuando la gente dice que no avanza el tema, se está equivocando.
¿Que hay demora en el proceso? Sí. El proceso se divide en dos etapas, una administrativa y otra judicial. Por lo general, la demora ocurre en la segunda.
Ahora, hay unas 20.000 demandas pendientes de resolver. Ya hemos devuelto 200.000 hectáreas a quienes fueron despojados de ellas y lo hicimos en plena guerra.
¿Ahí, cuál es el mayor reto?
Se fijó en el acuerdo de La Habana: en 15 años hay que legalizar siete millones de hectáreas y hay que darle acceso a la gente para que tenga tierra en 3 millones más. Lo que se tiene que mirar es cómo va a ser posible. Le doy un dato vergonzoso: en el campo hay 12 millones de campesinos arrumados en el 5 por ciento de la propiedad rural. Se lo pongo así: el 75 por ciento de la población en el campo ocupa el 5 por ciento del territorio rural de Colombia. Eso quiere decir que las reformas agrarias en este país, lamentablemente, no funcionaron.
¿Qué está pasando con los líderes asesinados?
Aquí siempre se habla de las manos oscuras. Ya es momento de que el país empiece a ponerles luz a esas manos para que dejen de ser oscuras y sepamos qué es lo que está ocurriendo con estas acciones que no son nuevas. Yo llevo seis años en el Gobierno y cuando estuve en el Ministerio del Interior vi cómo los delincuentes acabaron dolorosamente con nuestros líderes rurales.
¿Las muertes de ahora son por el poder de la tierra?
Esa ha sido la causa de uno de los mayores conflictos en Colombia. Pero uno ve que en estos casos hay líderes que no son propietarios de tierra. Yo creo que es un plan contra los nuevos liderazgos que surgen en las regiones y que están a favor de un país en paz. El llamado de atención es que la paz no solo es de quienes la suscribieron, sino de todos. Tenemos que entrar en una etapa de perdón y reconciliación. En este momento, los líderes del país tienen la obligación de sentarse y reconstruir una nación que estuvo más de 50 años en guerra.
Muchos relacionan al campo con pobreza...
Efectivamente, en el campo la gente es tres veces más pobre que quienes vivimos en las ciudades. Pero los resultados de este año han sido bastante buenos. En el 2010 había 5’600.000 personas en situación de pobreza multidimensional en el campo. En estos seis años, 1’300.000 personas salieron de esta condición en el sector rural. Hoy son pobres 4’300.000 personas, que es mucha gente todavía, pero la caída del 2010 a hoy es de un 13,1 por ciento en el campo –hace seis años estaba en el 53,1 por ciento y cayó al 40 por ciento–. Logramos que de 200.000 personas que venían saliendo de la pobreza global, 412.000 personas lo hicieran en 2015, el doble de las que venían saliendo en promedio.
En ese sentido, ¿la reforma tributaria ayuda o no al campo?
Ayuda al campo porque es la única manera de ajustar un descuadre en los ingresos de 23,6 billones de pesos. No solo es el Ministerio, sino todas las entidades adscritas y vinculadas, que tienen una reducción con respecto a hace dos años de más del 70 por ciento, como consecuencia de ese hueco fiscal que dejó el petróleo. A pesar de lo impopular que puede ser una reforma, con su aprobación, habrá una adición presupuestal para el Ministerio de Agricultura. Yo espero que eso se convierta en realidad en lo que queda de las sesiones del Congreso.
¿Qué papel ocupa la generación de empleo en la superación de la pobreza?
En el último trimestre se generaron en el país 213.000 nuevos empleos, de estos, solo en el campo fueron 200.000. Un sector que lo único que generaba era desplazados y pobreza, ahora, en el tema de empleo, empezó a ser el motor de la economía colombiana. Del empleo en agricultura, ganadería y reforestación, el 90 por ciento fue en parcela familiar o propia, es decir, pequeños y medianos agricultores que tuvieron que contratar gente en sus predios porque están produciendo más de lo que producían antes. El desempleo en la zona rural está en 4,8, el más bajo en los últimos 16 años.
¿Cómo vio este año largo de tregua con las Farc?
Aunque no tengo cómo demostrarlo, estoy absolutamente convencido, y lo digo porque me la paso en el campo, de que el cese unilateral que duró prácticamente un año se refleja en gran medida en estas cifras. Y no es para agradecerles a las Farc, es para mostrarle a Colombia cómo un país en paz es capaz de transformar un sector a donde la gente ni siquiera iba por miedo.
¿Cómo queda el tema del sector ganadero?
Queda en que se acabaron las vacas sagradas y el ministerio, con la administración del fondo, no va a crear una nueva vaca sagrada porque no haríamos nada. Este es un gremio que necesita su fortalecimiento como sector y va a quedar democratizado en las decisiones, además con el respeto de los recursos.
¿A qué se refiere cuando habla de democratización?
Significa que no puede ser una sola persona tomando las decisiones que van a beneficiar o a perjudicar a 450.000 ganaderos. Significa que esos recursos son de esos 450.000 ganaderos y que, en mi concepto, deberían estar representados todos los departamentos en la toma de esas decisiones.
¿Cómo se explica que con la transformación de Fedegán se ahorraron 27.000 millones de pesos?
Había una nómina de 20.000 millones de pesos, la bajamos a 2.000 millones y siguió funcionando. Es decir, había un exceso de personal. Segundo, en la vacunación de aftosa lo importante no era el negocio sino el estatus sanitario del país, por eso le rebajamos el precio de la vacuna en un 15 por ciento a los ganaderos y les dimos la oportunidad a los comités ganaderos, que son los que realizan la vacunación, de que ganaran un poco más de recursos para reinvertirlos en la región; nos ahorramos otros 9.000 millones de pesos al no incrementar el costo de la dosis.
Sus contradictores podrían decir que hubo bajón de empleo
No, eso era empleo muy bien calificado porque se ganaban, varios de ellos, mucho más que el Ministro de Agricultura.
La SAC ha dicho que el crecimiento del sector en el último trimestre fue del 1 por ciento, es decir que va a estar por debajo de lo que crecerá el país, ¿es cierto?
Siempre que salen los datos y salen positivos, la crítica es: eso es todo café, y, efectivamente, el café tiene un peso específico muy grande en la balanza del PIB agropecuario. Esta vez el bajonazo fue como consecuencia del paro camionero; no pudimos transportar productos, y el café es menos perecedero que otros productos que no tenían salvación si no se transportaban, entonces en ese momento los cafeteros tomaron la decisión ante la dificultad de transporte de esperar que se calmaran esos 40 días y eso hizo que el café bajara el 18 por ciento. Entonces, realmente no bajó la producción ni mucho menos los ingresos, porque están vendiendo a mejor precio.
Como consecuencia de esa parálisis en el transporte del café salió ese resultado del PIB, si quitamos café, crecimos por encima del 1 por ciento. Mi meta para el último trimestre es que crezcamos por encima del 4 por ciento para poder llegar a un crecimiento del 1 por ciento.
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