Pocas veces la designación de un cargo tan importante se ve desprovista de polémica, como sucedió el lunes pasado tras la escogencia de Juan José Echavarría en la gerencia del Banco de la República. Incluido desde un comienzo en la baraja de favoritos, este paisa, con un doctorado en economía de la Universidad de Oxford, en Inglaterra, remplazará a su coterráneo José Darío Uribe, quien cumplió 12 años al frente del Emisor, el máximo según los estatutos.
Todas las señales recibidas indican que la transición estará exenta de sobresaltos. El gerente saliente entrega una entidad bien manejada, que cuenta con una gran credibilidad dentro y fuera de las fronteras. Los reconocimientos recibidos por quien es conocido coloquialmente como ‘Jota’ son merecidos, pues destacan a un profesional a carta cabal que escaló posiciones gracias a sus capacidades.
Por su parte, Echavarría conoce bien el desafío, ya que durante un par de lustros integró la junta directiva del Banco. Esa cercanía, combinada con una larga carrera dentro del Gobierno y fuera de este, lleva a pensar que sabrá enfrentar los desafíos propios del puesto, siempre con la discreción que se les exige a los banqueros centrales.
Entre los retos más inmediatos que tendrá el nuevo responsable de estampar su firma en los billetes de curso legal se encuentra la lucha contra la inflación, que todavía está por encima del rango fijado como meta de largo plazo. Es verdad que después de haber llegado a un máximo del 9 por ciento anual a finales de julio, el alza en el índice de precios al consumidor es del 6 por ciento, lo cual es síntoma de una rápida corrección.
No obstante, la política económica debe hacer lo que le corresponda para que la carestía se ubique entre el 2 y el 4 por ciento anual, algo más difícil de lo que suena. Conseguir ese objetivo debe lograrse sin estrangular la actividad productiva, cuyo ritmo es mediocre.
Otros desafíos aparecerán. Pero en medio de una realidad difícil, da calma saber que el Emisor es una nave con la capacidad de sortear la tormenta. Y que tendrá un buen capitán al frente del timón.
editorial@eltiempo.com