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Así volvió a nacer el Alianza Lima de Perú

Para ellos fue clave la cesión de jugadores, potenciar juveniles y controlar el gasto.

CAMILO MANRIQUE V.
La lección aprendida es la que nunca se olvida. Eso lo advierte mamá, lo reprende papá y lo corrige el maestro. Todos los días se toman consejos para aplicarlos y tener una vida mejor. Sin embargo, hay pruebas que se presentan en el camino que no estaban planeadas y nadie tiene una explicación de por qué ocurren: una enfermedad sin cura, eventualidades cotidianas que no se esperan o, a veces, simplemente se aborda un avión que, sin saberlo, no tendrá vuelo de regreso.
El pasado lunes 28 de noviembre, 71 sueños e ilusiones dentro de un avión se estrellaron contra el Cerro Gordo en Antioquia. Dentro de ellos se fue el anhelo de 22 jugadores de fútbol que iban a enfrentar al campeón de la Copa Libertadores, Atlético Nacional, con la convicción de levantar la Copa Suramericana. El Club Atlético Chapecoense, un modesto equipo de Brasil que hace siete años jugaba en la cuarta división, vivía sus horas más gloriosas y soñaba con coronarse campeón del área (Lea también: 'Historias de tragedias de deportistas en accidentes aéreos').
Pero el avión se vino a tierra y se estrelló contra un cerro y negó que se jugara esa gran final; en cambio, permitió la inmortalidad de esos futbolistas de la forma menos deseada.
Para los padres, esposas, hermanos, hijos de los fallecidos no hay papá, ni mamá, ni maestro que expliquen por qué sucedió la tragedia; las palabras se las lleva el viento, el dolor esquiva cualquier antídoto; en ese momento, él es más fuerte que cualquiera.
No obstante, frente a tanto sufrimiento y desilusión puede que exista una voz de aliento, alguien que puede hacer la vez de papá o mamá e indique cuál es el camino. La vida sigue y el Chapecoense renacerá como lo hizo el Alianza Lima en 1987, luego de que su avión se accidentara.
El espejo de Perú
“Lo primero que debe hacer Chapecoense es unirse. La tragedia no es individual, el sufrimiento no es de cada persona sino de un colectivo. Cuando tuvimos que rehacer el equipo, lo primero que pensamos fue que el accidente nos afectaba a todos por igual y que cada paso que debíamos dar era pensando en esos que se fueron”. Esas palabras se las dijo a EL TIEMPO Alex Berrocal, coordinador general del equipo peruano Alianza Lima, que en 1987 sufrió una tragedia aérea similar a la que vivió Chapecoense.
El 8 de diciembre de 1987, el avión Fokker F-27 de la Marina de Guerra de Perú transportaba a 43 pasajeros, entre ellos los jugadores, cuerpo técnico y directivos del Alianza Lima. El conjunto peruano decidió viajar el día anterior a Pucallpa para jugar un partido del torneo descentralizado de ese país. Fue victoria 1-0 y liderato del campeonato, un día redondo.
Al regreso, a pocos kilómetros del aeropuerto Jorge Chávez, el avión en el que venía el flamante líder del fútbol peruano cayó al mar de Ventanilla. Allí murieron 16 futbolistas, seis técnicos, cuatro dirigentes, tres árbitros, ocho barristas y seis tripulantes. Solo quedó vivo Edilberto Villa, el piloto, a quien en el 2006 un informe periodístico lo señaló como responsable de la tragedia, ya que no tenía la suficiente experiencia en vuelos nocturnos. Hoy no se sabe de él.
“Yo crecí junto a ellos. Durante 11 años estuvimos juntos en Alianza, desde las divisiones inferiores hasta los 17 años, cuando subimos al equipo profesional. Va a ser muy difícil que yo los pueda olvidar”, dice Benjamín ‘Colibrí’ Rodríguez, uno de los jugadores que no viajaron porque se encontraba lesionado. Para él, como para toda la familia aliancista, era difícil encontrar respuestas a tal hecho. Pero de alguna forma había que seguir y por muy fuerte que fuera la tragedia, no era opción dejar morir al ‘equipo del pueblo’, como es conocido en Perú el Alianza Lima.
“Formamos un solo puño hinchas, familias de los fallecidos y dirigentes para conversar, intercambiar ideas, para poder llevar la tragedia con mayor tranquilidad; además, la solidaridad de todos fue vital”, afirma Berrocal, que en su momento tuvo que ir a reconocer los cuerpos de los fallecidos, ayudar a reconstruir el club y hoy seguir en su cargo como coordinador general deportivo.
Jugadores cedidos
El primer paso que ayudó al Alianza Lima fue una inesperada pero fundamental ayuda del equipo Colo Colo de Chile. La vieja disputa entre los dos países del Pacífico quedó atrás. En las malas es donde se conoce al hermano, al verdadero amigo, y allí estaba un chileno ayudando a un peruano. Entre futbolistas que no tenían oportunidad en el equipo titular y otros juveniles viajaron a Lima cuatro jugadores: José Letelier, Parcko Quiroz, Francisco Huerta y René Pinto.
Pero no solo fueron los chilenos. En Perú también se solidarizaron con la causa: el Sporting Cristal cedió a Roberto ‘Cucurucho’ Rojas; Sport Boys envió a Miguel Dietz, y Deportivo Municipal, a Eduardo Saavedra y Oswaldo Flores. Y además, una de las grandes estrellas del fútbol peruano de todos los tiempos, Teófilo Cubillas, volvió a jugar después de su retiro.
“Jugar con ellos no era igual, era muy distinto a lo que estábamos acostumbrados. Salir a un terreno de juego con gente que no tenía el mismo estilo de juego, era difícil”, dice hoy el ‘Colibrí’ Rodríguez. Finalmente, el título que parecía asegurado antes de la catástrofe se perdió y lo ganó su eterno rival, el Universitario de Deportes.
Luego de perder el título de 1988 y el deceso de la casi totalidad de los jugadores, vino un periodo en el cual Alianza Lima debió apelar a desarrollar jóvenes de las divisiones inferiores para alimentar el equipo profesional y así competir de igual a igual en el campeonato peruano. Además, en los años siguientes a la tragedia, algunos de los mejores jugadores bajaron sus pretensiones económicas para formar en el equipo.
Fortalecer semilleros
“Hay que trabajar muchísimo con los menores que ya están listos para salir, darles un espaldarazo y siempre recordarles que cada vez que se ponen la camiseta debe ser un homenaje a esos que se fueron”, es el consejo que les da Berrocal a las directivas de Chapecoense, que deberán trabajar arduamente en la recuperación del equipo.
Históricamente, Alianza Lima ha sido uno de los mayores productores de jugadores en el fútbol peruano. Con las ventas de esas nuevas promesas han logrado sostener al club por años. Por eso, después del accidente, la crisis fue inminente debido a que no había jugadores que exportar, por lo que no hubo una fuerte entrada de dinero al club.
“En ese tiempo no se manejaban las cifras que hay ahora, pero aun así era muy difícil”, comenta Berrocal. Esa será una diferencia clave entre lo que debe hacer Chapecoense y lo que hizo Alianza Lima. El equipo brasileño este año recaudó 3’675.000 dólares en las fases que avanzó en la Copa Suramericana y que tras ser proclamado campeón sumó dos millones más. Además, se estima que por sus próximas participaciones en las copas Libertadores, Suruga y Recopa Suramericana recibe unos 3,2 millones más.
Título 10 años después
En aquel 1987, la ilusión por lograr un título después del último conseguido en 1977 era muy grande. Pero fue solo hasta 1997 que Alianza Lima pudo volver a gritar campeón del torneo descentralizado de Perú. El técnico de ese equipo fue el colombiano Jorge Luis Pinto, quien potenció al máximo goleador de la historia del club y tercer mejor anotador de la historia del fútbol peruano, Waldir Sáenz.
Tras ese título vinieron años gloriosos para los aliancistas, que quedaron campeones en el 2001, 2003, 2004 y 2006. Con ellos vinieron participaciones en la Copa Libertadores, patrocinios, dinero, que poco a poco han cimentado las bases de uno de los mejores equipos de la nación inca.
Si bien los campeonatos no han sido recurrentes en los últimos años, la infraestructura que tiene Alianza Lima en el fútbol peruano es un ejemplo en el país. La Villa Deportiva blanquiazul inaugurada en el 2006 tiene como misión potenciar a los jugadores juveniles, con el fin de que lleguen a la primera división y al exterior.
El pasado jueves se conmemoraron los 29 años de la tragedia de Alianza. En medio de homenajes a los integrantes fallecidos ese 8 de diciembre del 1987, se recordó con gran nostalgia lo ocurrido en Colombia con el avión de Chapecoense.
“Lo de estos muchachos nos hizo recordar lo sucedido con nuestros familiares, es una herida que nunca termina de cerrar. La gente piensa que el futbolista vive una vida de rey, pero nosotros viajamos cada ocho días, nos despedimos y no sabemos si vamos a volver”, señala Aldo Cadero, hermano de Nilton, uno de los jugadores de Alianza Lima fallecidos.
“Frente al mar de Ventanilla se derrumbó una esperanza, en el mar de Grau descansan los hijos de la Victoria, pero ellos desde la gloria gritarán”, dice la canción De la gloria a la victoria, compuesta en honor del equipo peruano.
Ahora será Chapecoense el club que deberá labrar un nuevo camino y sin duda Alianza Lima es un ejemplo de lo que se puede hacer en lo deportivo y económico. Allí se puede encontrar esa voz de lo que podría aconsejar mamá o de lo que diría papá.
CAMILO MANRIQUE V.
Redactor de EL TIEMPO
@camilomanriquev
CAMILO MANRIQUE V.
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