Esta semana termina el empalme entre el Centro de Recepción de Menores y la Fundación Niños de los Andes, luego del traslado de 54 menores de edad que se dio el 30 de noviembre, al terminar un convenio entre la primera entidad y el Instituto de Bienestar Familiar (Icbf).
Al parecer, el cambio se fundamentó en que el Centro no cuenta con infraestructura adecuada para el programa de internado del Bienestar. Según las directivas del lugar, eso es “criterio” del Instituto, pero aseguran que la noticia fue recibida por algunos de los afectados y sus familias como “otro desarraigo”.
No obstante, la coordinadora del Centro, Lina Marcela Ocampo, destacó que ya está en proceso una inversión de 350 millones de pesos de la Alcaldía de Manizales para mejorar las instalaciones. Según ella, “estamos en mora con la institución de mostrar realmente lo que somos”.
El objetivo de la intervención se concentraría en darle una nueva cara a la sede principal, con nuevos colores en la fachada para que se vea como una institución más amigable. También se contempla entregarle, además, un lote del Municipio en zona rural.
Lo que se quiere, explica Ocampo, es “promover la resignificación de todos esos simbólicos que se han construido –uno todavía coge taxi y el señor cree que esto es una cárcel de menores– y que entiendan el Centro de Recepción de Menores como lo que es: un epicentro social”.
La coordinadora no descarta la posibilidad de que estas obras les permitan volver a tener el convenio de internado con el Icbf, pero también recuerda que el Centro mantiene otros programas y alianzas con entidades públicas y privadas para brindar otras formas de atención a niños y adolescentes.
De hecho, el mismo 30 de noviembre se renovó otro convenio que tiene la entidad con Bienestar Familiar, para el centro de emergencia donde reciben a los menores de edad cuando hay vulneraciones graves de sus derechos, que ameritan retirarlos con urgencia del contexto en el que han sido afectados.
Otros campos tienen que ver con la prevención de consumo de drogas u otras problemáticas con intervenciones de diferentes tipos con niños, adolescentes y sus familias cuando se identifican situaciones de riesgo.
'Nuestra niñez tiene que trascender de la política'
Sin el convenio del internado con el Icbf, ¿qué servicios quedan en el Centro?
En prevención, el fortalecimiento y la reconstrucción del tejido social a través de atención a medio sociofamiliar de 115 niños, niñas y adolescentes en vulnerabilidad o riesgo, con alimentación, apoyo psicoteraéutico, refuerzo escolar... Los que ubican en toque de queda o con drogas o armas son traídos por la Policía de Infancia y se hace seguimiento de la familia, activamos redes de apoyo y orientación.
También, la atención humanitaria a víctimas del conflicto para satisfacer todas sus necesidades básicas, una labor muy fuerte en el programa contra abuso sexual y maltrato infantil, a través de procesos educativos con los colegios, y erradicación de las peores formas de trabajo infantil.
Y en protección, el socio estratégico es aún el Bienestar Familiar en el proceso de emergencia, cuando se identifica una vulneración y hay que retirar al niño del contexto donde está sufriendo; entonces se lleva allí mientras la autoridad competente determina el paso a seguir. Tenemos 25 cupos que rotan, porque eso debe durar máximo ocho días. Por ahí pasan 80 niños al mes.
Teníamos el contrato del internado hasta el 30 de noviembre, que lo terminamos. Era una medida que tomaba la autoridad competente de hacer un restablecimiento de derechos intramural con educación, salud, alimentación.
La no renovación del convenio se debió a un tema de infraestructura…
La administración municipal actual ha puesto todos sus ojos en el Centro con apuestas muy importantes. Primero, se están adelantando los ejercicios contractuales para una inversión de 350 millones de pesos para la infraestrctura actual y, segundo, una propuesta de ceder un terreno del Municipio para hacer una construcción de una sede campestre.
Entonces sí le hacía falta esa renovación de infraestrctura al Centro.
Ya el criterio sería más del Instituto.
¿Y qué obras piensan hacer?
Se quiere hacer un cambio total de colores, de fachada, de estilo de la institución. Es importante reconocer que el Centro, en su historia de 41 años, ha cargado con una construcción simbólica. Estamos en mora con la institución de mostrar realmente lo que somos con el fin de promover la resignificación de todos esos simbólicos que se han construido –uno todavía coge taxi y el señor cree que esto es una cárcel de menores– y que entiendan el Centro de Recepción de Menores como lo que es: un epicentro social donde se desarrollan procesos que dan como resultado profesionales, técnicos, padres de familia, trabajadores honrados.
Se dice que la no renovación del convenio pudo ser porque la regional del Icbf le pertenece a un grupo político distinto al del alcalde Octavio Cardona. ¿Qué percepción tienen ustedes?
Es complejo tomar una posición. Pensaría que nuestra niñez y nuestra adolescencia no pueden estar inmersas en esos temas políticos. Esto tiene que trascender mucho más allá de esos intereses.
Entonces, ¿con la inversión en infraestructura esperan recuperar el convenio el año entrante o más adelante?
Son posibilidades. Lo que se viene activando mucho ahorita es el tema de alianzas estratégicas. Esperamos que se generen también otros tipos de procesos, evitando que lleguen a una medida de protección como el internado, porque los niños no deberían salir de su entorno familiar.
¿Cómo van a aprovechar el espacio que quedó libre?
Se está haciendo una revisión por parte de un equipo de arquitectos. Lo que queremos es abrir las puertas a la sociedad para que venga y conozca qué hay acá. Son miles de historias, no solo de nuestros niños sino también de la gente que trabaja acá y los que han salido. El Centro debe ser, para la ciudad, un emblema de desarrollo social porque somos la única institución pública que opera este tipo de servicios.
¿Qué dijeron los niños y los jóvenes del traslado?
Como les digo, acá son unas experiencias muy bonitas. De manera que, en el momento en que se les dio la noticia, fue de mucho impacto porque era otro desarraigo para ellos. Primero fue su familia biológica que no pudo garantizar sus derechos. Y llegan a este tipo de instituciones, donde también construyen vínculos importantes a nivel afectivo y, ahorita, el traslado.
¿Pero hubo algún tipo de empalme con la Fundación Niños de los Andes?
Sí, claro. Ya esta semana termina, para entregar las historias y todo al detalle en cada caso.
MANIZALES