Efe Reportajes. Los encuentros con la familia política o con la propia, la agenda repleta de eventos y los gastos en los que se suele incurrir en estas fechas pueden desencadenar verdaderas situaciones de estrés.
El psicólogo Alberto Soler explica que son muchos los detonantes: “Estamos sometidos a una presión para que todo sea perfecto; nos toca compartir más tiempo con familiares con los que no hay química; nos vemos presionados a gastar y consumir por encima de nuestra capacidad económica; cambiamos nuestras rutinas; nos desplazamos; rompemos con lo que nos da estabilidad”.
Se genera una incomodidad que habitualmente se manifiesta con síntomas físicos, dice el experto, pero en otros casos “es más una percepción subjetiva de malestar y ‘ganas de que pase esto rápido’. Así, enfados y prisas son, a veces, manifestaciones de este estrés”.
Época de compras
Las compras son una seña de identidad del periodo navideño. Regalos para familiares y amigos, comida, bebida, adornos, o incluso ropa nueva para los eventos de estos días, hacen que la cuenta bancaria se resienta.
En la dinámica de comprar, no es raro dejarse llevar y acabar con más artículos de los que se necesitan. Por eso, es clave valorar si de verdad nos hace falta el objeto que vamos a adquirir y no caer en la compra impulsiva.
Del mismo modo, el psicólogo indica que la mayoría de las familias asume más gastos durante las celebraciones. “La presión social es responsable de ello. Temen no estar a la altura de su entorno. Se asumen que es necesario hacer regalos o que estos deben ser costosos, cuando no tendría por qué ser así”, dice.
Demasiadas reuniones
En este periodo tienden a acumularse las reuniones y eventos con compañeros del trabajo, amigos y familia. Muchos disfrutan de estos encuentros, mientras otros darían cualquier cosa por poder librarse de ellos.
“Cada persona es un mundo. Hay quienes la comida familiar de Navidad es un compromiso que les genera agobio, pero también las que estarían todo el año siendo anfitriones de los demás”, señala Soler.
Para los que se ven sobrepasados por el número de reuniones en estos días, los especialistas de la Fundación Española del Corazón recomiendan no intentar llegar a todos los compromisos, si no es posible. “Recuerden que vendrán más ocasiones para reunirse con ellos. De las prisas solo queda el cansancio”, advierten.
De igual modo, aconsejan redactar una lista de tareas y establecer prioridades, pues así, si no es posible hacer todo lo previsto, no quedarán pendientes las cosas más importantes.
Nada es perfecto
Por su parte, la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) destaca que, ni la Navidad ni ninguna otra fiesta son perfectas. “Vea los tropiezos como oportunidades para mostrar flexibilidad y capacidad de adaptación. Un árbol que quedó asimétrico o un pernil que se quemó no arruinarán la fiesta, sino que crearán un recuerdo familiar”, apunta esta entidad.
En este sentido, Soler afirma que tendemos a fijarnos en lo accesorio (comida, regalos, adornos) y no en el verdadero motivo de la reunión, es decir, en compartir tiempo y estar a gusto, vernos e intercambiar experiencias y emociones sin la presión del día a día. “Si nos centramos en ese objetivo, sobra lo demás”, asegura.
Para prevenir el estrés en el periodo navideño, el psicólogo hace hincapié en la importancia de bajar la presión. “No todo tiene que ser perfecto ni tenemos que ser extraordinariamente felices. Simplemente son unos días en los que se celebra y comparte”, subraya.
El especialista sostiene que es necesario tener un pensamiento crítico y cambiar de objetivos. “Lo clave no son las formas sino el fondo. No es la comida ni los regalos ni el dinero. Es compartir tiempo con la gente significativa para nosotros. Teniendo esto en cuenta, hay que cuidar lo accesorio en la medida en la que nos ayude a sentirnos mejor, pero sin confundir el fin con los medios”, concluye.
EFE