Jugar. Sí, por más sencillo que suene, lo que más les gusta los niños es jugar. Y la felicidad que sienten mientras imaginan y sueñan se duplica si de vez en cuando lo hacen con usted. Para un pequeño, es maravilloso tener la oportunidad de compartir la diversión con sus padres y ver cómo los adultos que lo aman pasan tiempo con él.
Cuando el niño juega conoce el mundo y se descubre a sí mismo, aprende sobre sus emociones, sobre las relaciones, acerca de formas y figuras, y de todo lo que la vida le ofrece. Cuando el pequeño inventa, también obtiene logros, se siente a gusto y fortalece su autoestima.
Jugar al aire libre la da la oportunidad de saltar, correr, disfrutar su cuerpo y recibir el sol. Un niño goza mucho cuando puede descubrir sus propios movimientos y lo que puede alcanzar con ellos. Es feliz al conocerse más alto, más ágil, menos pesado, más rápido o sencillamente capaz de subir y bajar un andén, saltar el muro y subirse a una banca.
Si creen que para jugar necesitan grandes cosas, están muy equivocados. Los niños no requieren de los juguetes más tecnificados y desarrollados para sentirse a gusto; con elementos sencillos pueden armar todo un mundo. A veces, una sencilla caja que se pinta y decora puede convertirse en la lámpara más maravillosa de la que sale el genio creativo. O un montón de vasos desechables puede servir para construir castillos gigantes.
También son felices cuando juegan con otros niños, y por eso muchos se divierten como nunca cuando empiezan su vida en el jardín infantil, si antes no han compartido con otras personas de su edad.
Reconozca sus logros
Cada vez que su hijo obtenga un logro importante, felicítelo, dígale que lo hizo muy bien. Los niños a quienes se les reconocen sus esfuerzos son niños felices.
Aproveche las tardes o los días de descanso para llevar a su hijo a un lugar donde pueda estar en contacto con la naturaleza. Visitar parques y bosques, caminar por alguna montaña, ir a un jardín botánico, descubrir plantas y flores nuevas siempre serán motivos de gozo. En estos espacios, ellos se sienten a gusto, tranquilos y felices.
Promueva los sueños
A los niños también los hace felices que les cuenten historias. Escuchar cuentos es uno de sus pasatiempos más divertidos, y no tienen que ser relatos con seres perfectos. A ellos también les gustan los monstruos, los fantasmas, los lobos feroces y las brujas malvadas. Cuénteles con frecuencia y no piense en todos los beneficios que estos traen –que son inmensos–, simplemente piense que juntos disfrutan grandes momentos.
Por supuesto, recibir afecto, que les dedique tiempo, que les preste atención, siempre los hará felices. Saber que cuentan con su mamá y su papá como un gran apoyo en la vida, que tienen quién los escuche y guíe por el mundo, quién los proteja y ame, les genera tranquilidad y seguridad. Y muchísima felicidad.
Siempre es reconfortante en la vida saber que no se está solo, que existen un hombro para llorar, un regazo para protegerse y unos brazos que esperan abiertos en la puerta de casa.
No se necesitan grandes regalos ni fiestas sin precedentes para demostrarles a sus hijos que los ama; para eso cuenta con sus propias palabras, los abrazos, los besos y su capacidad para escuchar. Présteles atención cuando le hablen, mírelos a los ojos, sonríales y hábleles con amor. Pregúnteles cómo están, cómo les ha ido, acuérdese de sus dudas y juegos, y hábleles de ellos. Todos estos hechos ‘pequeños’ les harán sentir que está allí para amarlos en todo momento.
Bienvenidos los roles
Una actividad con la que gozan montones durante los primeros años de vida es la de dramatizar, disfrazarse y convertirse en otros personajes. Un sombrero puede ser el inicio de una aventura como pirata, o una falda larga, la puerta para convertirse en princesa. No tiene que pensar en grandes trajes; a ellos también les gusta crear los propios. Esto hace parte de la diversión y la imaginación.
Los niños aman aprender y descubrir el mundo, y cada proceso de aprendizaje lo entienden como un gran logro; dejarlos acercarse al entorno con curiosidad y apertura mental siempre será un motivo de satisfacción. Aprenden cuando les enseñan con amor, sin golpes, sin maltratos ni gritos. Así dejan volar su imaginación y su inteligencia.
En este proceso de descubrimiento, disfrutan cuando pueden tener nuevas experiencias, como ir a un parque desconocido, jugar en una arenera por primera vez, visitar un restaurante nuevo, pasar por un barrio que no han visitado antes. Actividades sencillas como estas pueden ser totalmente novedosas para los niños y los hacen muy felices, porque con ellas amplían sus conocimientos. Los niños disfrutan de las cosas sencillas y de la compañía de quienes los aman, por ello el tiempo que pasen juntos es una oportunidad para construir su felicidad.
CATALINA GALLO
Especial para ‘ABC del bebé’