Un antropólogo e historiador, profesor de la Universidad del Rosario, se sumergió en el mundo de los crímenes más atroces para mostrar cómo se llega a ello. Una información que permite tomar medidas a nivel de salud pública y de sistemas judiciales y policiales.
Los últimos cinco años de su vida, Esteban Cruz Niño los ha dedicado a escudriñar hasta dónde llega la maldad humana. Este profesor de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, antropólogo, historiador y candidato a doctor en Historia del Arte, lo hizo primero investigando el fenómeno del asesinato serial en Colombia y después analizando las historias míticas que se han tejido alrededor de asesinos del mundo, los cuales han sido noticia por sus atrocidades.
“Algunos de los asesinos en serie más brutales de la historia se han convertido por obra y gracia del lenguaje en “Demonios”, “Sátiros” o “Vampiros”, creando una conexión entre su existencia formal y la leyenda. Lo que resulta contraproducente, pues borra la identidad de sus víctimas transformándolas en cifras, causando que las sociedades no estén conscientes de su existencia y descuiden sus sistemas judiciales”, asegura en su segundo libro Vampiros, caníbales y payasos asesinos, publicado a comienzos del segundo semestre de 2016. El primero, Los monstruos en Colombia sí existen, se centró en recopilar información sobre los cinco asesinos en serie del país que le permitieron dar cuenta de este fenómeno.
Uno y otro texto es el resultado de una investigación rigurosa y metódica, que le da a Cruz la base científica para señalar cinco hallazgos claves para el país, pues le sirven al momento de adoptar medidas a nivel de salud pública y de los sistemas policial y judicial. 1. Sí hay asesinos en serie en Colombia. 2. Los asesinos colombianos tienen en su conciencia más víctimas que los asesinos de otras partes del mundo. 3. El estudio de la violencia en el país, así como la persecución y la captura de criminales, se ha concentrado en los grupos al margen de la ley, en las bandas, y no en individuos permitiendo que estos tengan más tiempo de actividad. 4. Los estándares que están alcanzando las enfermedades sicológicas en Colombia y los retos en salud mental que impondrá el posconflicto deben ser alerta para el gobierno. 5. Es contraproducente convertir en figuras míticas a los asesinos porque se convierten en leyendas, con lo cual no se toman las decisiones necesarias para ponerlos tras las rejas y prevenir nuevos casos.
Algunos de estos temas se han mencionado y están en otros documentos, Cruz recopiló la información para que estuviera en un solo lugar, con el fin de que estas investigaciones tengan una mayor divulgación, no se queden en la academia o entre los siquiatras, detectives y jueces que perfilan y persiguen asesinos, también trasciendan a la sociedad para que tome conciencia y prevenga.
“Estoy convencido de que estos monstruos y criaturas son el resultado de un proceso histórico; los vampiros, los payasos asesinos, los caníbales y los nigromantes (adivinación mediante la invocación a los muertos) son tan reales como usted y yo, y a pesar de que se han transformado en caricaturas que atiborran el cine, la televisión, la literatura y los videojuegos, en este momento deben estar planeando crímenes y barbaridades semejantes a las que contienen las siguientes páginas”, manifiesta Esteban Cruz.
¿Cómo catalogar su investigación?
Es investigación sobre el mal. Me interesa mostrar la maldad y que es humana. Estos monstruos existen, son una proyección de nosotros. Todos tenemos maldad, aunque unos con mayor fuerza e intensidad, mayor descontrol y sevicia. Esas personas nos parecen raras, pero es un aspecto de la humanidad. Deberíamos estar en capacidad de controlarlas para que no causen daños.
Como no las entendemos como seres humanos que deben ser aislados y castigados, las convertimos en monstruos o figuras míticas, como vampiros o hechiceros. En Colombia dejamos avanzar tanto las cosas que los individuos que se manifiestan los retratamos como extrahumanos: ‘El monstruo de Monserrate’, ‘Garavito, la bestia’, ‘El monstruo de los Andes’, son personajes de fábula, seres mágicos y eso permite que sigan existiendo porque no se toman las medidas para capturarlos y retenerlos.
¿Cuáles son los principales hallazgos en estos años de investigación?
Sobre Colombia podemos decir que sí tenemos asesinos en serie, que la mayoría de gente no conoce. Son cinco y causaron 500 víctimas, un número mucho más alto que el número de víctimas de asesinos en otras partes del mundo. Los casos más altos de asesinos de Estados Unidos están en 30 personas, llegan a 10 o 12 crímenes por asesino; en Colombia Garavito asesinó a 197, ‘El monstruo de los Andes’, a 350; Daniel Camargo, a 180 personas. El promedio es de más o menos entre 180-200 personas. Ese es un hallazgo muy importante.
Otro hallazgo relevante es que la mayoría de los asesinos colombianos duran activos mucho tiempo, no los capturan, los sueltan o se escapan y vuelven a matar. Es el caso de los más terribles, a Pedro Alfonso López lo soltaron dos veces. La última vez fue en 1998, al día de hoy no sabemos dónde está. Si está vivo o muerto.
Para criminólogos de Estados Unidos es el peor asesino en serie de toda la humanidad, lo dijo Robert Ressler, el agente del FBI que creó el concepto de asesinos en serie. El hecho es tan triste que cuando salió, a los jueces les pareció grave y sacaron una circular roja, pero eso no fue impedimento para que en el año 2000 cambiara la cédula. Le tomaron la foto y a los tres meses fue a recogerla. Es una realidad de Colombia.
Además de determinar que sí tenemos asesinos en serie, son prolíficos y se capturan tarde, el otro hallazgo es que a diferencia de otros lugares del mundo, siempre atacan a personas pobres, porque saben que si atacan a personas con dinero los van a denunciar.
Usted ha asegurado que en Colombia los asesinos en serie son más una constante que una rareza, pero se han hecho invisibles por las problemáticas de violencia que ha sufrido el país…
Salimos de la Guerra de los Mil Días hace cien años y en los años 40 y 50 entramos a la violencia, de ahí no hemos podido salir. Vinieron las guerrillas, los paramilitares, el narcoterrorismo y otras manifestaciones de violencia, como también la del Estado. Ha sido tan intensa la criminalidad en Colombia, tan organizada en bandas criminales, que se ha borrado la existencia de individuos asesinos.
Los medios y la academia misma nos hemos dedicado muchos años a investigar el porqué de la violencia y surgieron los violentólogos. Todos esos estudios llegan a hablar de violencia organizada: la guerrilla con sus líderes y acciones violentas; los paramilitares con comandantes y cabecillas. Después el Cartel de Medellín, con jefes, subjefes y sicarios, un pequeño ejército privado.
Los asesinos en serie trabajan fuera de una organización, son individuos que están motivados por placer o por buscar dinero. Estos individuos atacan y mientras estamos pendientes de lo otro pasan desapercibidos; incluso para las autoridades, aparece uno y otro cadáver de gente pobre y están más enfocados en buscar una red urbana de la guerrilla o de los antiguos paramilitares, que en capturar a un asesino en serie.
Cuando se estaba capturando a Pablo Escobar, por ejemplo, había un asesino caminando por todo el país: Daniel Camargo Barbosa, ‘El sádico del charquito’ o ‘monstruo de los manglares’, en la primera parte, y después Garavito y nadie se enteró.
Nuestra violencia desenfoca todo lo que hay al alrededor. Nos hace olvidar las otras manifestaciones criminales.
(Lea la entrevista completa con Esteban Cruz, profesor de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, en donde habla sobre sus principales hallazgos, los asesinos en serie en Colombia y en el mundo y la existencia en el país de dos asesinos en serie que no han sido capturados: http://www.urosario.edu.co/UCD/Asesinos-en-serie/?viewmode=0).
UNIVERSIDAD DEL ROSARIO