Caballetes con las fotos de cada uno de los 11 diputados del Valle muertos en cautiverio el 18 de junio del 2007 y del subintendente de la Policía, Alberto Cendales, asesinado el 11 de abril del 2002, cuando en el recinto de la Asamblea intentó impedir el secuestro masivo, fueron ubicadas en los pasillos de la iglesia de San Francisco de Cali, donde las Farc pidieron perdón a todas sus familias y a la sociedad vallecaucana por lo ocurrido.
Unas 100 personas ingresaron a la iglesia, en primera fila, hijos, esposas y madres de las víctimas. Entre ellos estaba Sebastián Arizmendi, hijo de Héctor Arizmendi, uno de los diputados sacrificados. Tenía 4 años cuando ocurrió la masacre.
Camino a San Francisco escuchaba con su familia 'Imagine', de John Lennon.
“Esa imagen, cuando uno entra a la iglesia y hay 100 personas que son víctimas directas del conflicto y ves a cinco guerrilleros que han sido los victimarios, y que somos capaces de estar en el mismo escenario y vivir, como dice la canción, vivir la vida en paz, sin ganas de querer matar al otro, sin ganas de querer agredir al otro, ese fue el momento, para mí, el más emotivo de todos”, comentó Sebastián al término del acto de perdón y reivindicación por parte del grupo guerrillero.
Félix Antonio Muñoz, conocido como Pastor Alape; Jorge Torres Victoria, conocido como Pablo Catatumbo, Victoria Sandino, Lucas Carvajal y Edgar López ‘Pacho Chino’, a quien se responsabiliza del secuestro, estuvieron en la iglesia.
Los hijos de los diputados les dijeron que habían destruido sus vidas, que no tenían por qué haberlos involucrado en el conflicto, que cuando ocurrieron los hechos no sabían ni entendían lo que pasaba, pero que, pese a todo, eran justo ellos los más comprometidos con el proceso de paz.
Pablo Catatumbo, quien llevó la vocería de las Farc en este acto de perdón, abrazó a cada uno de los hijos de los diputados, después de escucharlos. Pastor Alape le siguió y después los otros integrantes de las Farc.
“Siempre miro el lenguaje corporal, las palabras son premeditadas, el lenguaje corporal es inconsciente. Cuando Catatumbo hablaba yo sentía que estaba muy preocupado, triste; cuando los hijos nos paramos y hablamos, la primera reacción de él es bajar y venir a abrazarnos. Se le sienten las ganas de recibir y dar amor. Nos abrazó a todos, no es un acto de humillación, lo que uno hace es matar el odio y pensar en el futuro”, dijo el joven Arizmendi.
Para las esposas, madres y hermanas de las víctimas este acto de perdón, donde las Farc también reivindicaron el nombre de Sigifredo López, el único sobreviviente de la masacre, cerró solo un capítulo de esta triste historia.
“Sellamos la primera parte, ahora iniciamos el camino de la verdad y la reconciliación. Pedimos a las Farc un mural de los diputados; que nos digan toda la verdad de los hechos, cómo se planeó el secuestro, cómo vivieron los cinco años y medio de cautiverio, cómo fue el día del asesinato y que pidan perdón a la Asamblea, afectada como institución de la democracia”, dijo Ángela Giraldo, hermana de Francisco Javier Giraldo, uno de los 11 diputados sacrificados.
“Hoy cerramos el primer capítulo, dejamos de ser víctimas del conflicto y empezamos asumir nuestro compromiso como constructores de paz. Pero necesitamos toda la verdad, quiénes participaron del secuestro, quiénes fueron los colaboradores, cómo fueron esos años de cautiverio, lo queremos para reconstruir la memoria de nuestros familiares, que es un nuestro patrimonio moral”, dijo Fabiola Perdomo, esposa de Juan Carlos Narváez, quien era el presidente de la Asamblea en el 2000.
Los familiares también consideran que el Estado debe pedir perdón.
“Pedimos que el Estado reconozca su responsabilidad en los hechos, por no haber garantizado la seguridad de los diputados, permitió el secuestro, no fue capaz de llegar a un acuerdo humanitario y no fue capaz de proteger la vida de nuestros familiares”, dijo Ángela Giraldo.
CALI