Personajes legendarios de Bogotá, como el bobo del tranvía y la loca Margarita, reaparecieron el fin de semana pasado en la plaza de Lourdes para darles a los capitalinos y turistas un vistazo de las tradiciones de principios del siglo pasado en la ciudad.
Acompañados de los cachacos de pura cepa: hombres y mujeres con sus trajes y sombreros formales que conducían autos antiguos, estos personajes celebraron el IV Festival Cachaco de Chapinero, un evento que cada año logra citar a cientos de curiosos e interesados en la historia de la capital, en este importante sector de Chapinero.
De acuerdo con Hernando Quintero, alcalde de la localidad, en esta ocasión el Festival Cachaco se celebró como parte del aniversario número 199 de Chapinero, el cual se cumple el 17 de diciembre.
“La mayoría de personas que participaron en este evento son bogotanos. En nuestra carpa gastronómica, por ejemplo, tenemos campesinos que por décadas han habitado veredas como El Verjón y para quienes este festival es una oportunidad de transmitir nuestras costumbres a través de la comida”, explicó Quintero.
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Para Alicia Ricaurte, uno de los residentes de este sector rural de la capital, el Festival Cachaco es uno de los mejores momentos del año para promocionar los productos que cultiva en su casa.
“Soy de El Verjón y pocos saben que esta es una vereda de Chapinero, en la que tradicionalmente se hacen quesos y se siembran hortalizas y frutos que son vendidos los fines de semanas, por ejemplo en el mercado”, señaló Alicia.
Por otra parte, Mónica López –artista y miembro del Consejo Local de Cultura de Chapinero–, quien también personificó a una de las cachacas del festival, agregó que espacios como este, además de revivir las tradiciones, son la oportunidad tanto para jóvenes como para adultos de divertirse sanamente, tal y como se podía hacer a principios del siglo pasado.
“El frío de la capital no fue problema; hubo diversión, música y muy buena comida. A mí, en especial, me gustan los carros, y ver los de época es emocionante”, afirmó Miguel Díaz, un turista proveniente de Medellín y quien quedó impresionado tras probar la gastronomía de las familias bogotanas.
Pese a que la lluvia se coló durante el evento, esto no fue obstáculo para que realizaran otros eventos, como la presentación de danzas tradicionales y el ‘show’ de automóviles antiguos, al cual se refirió Miguel y en el que se vieron joyas automotrices como un Citröen 15cv de 1952 o el MG Midget descapotable rojo de 1966.
Además, los fanáticos de la música pudieron disfrutar de un concierto de música tradicional a manos de la agrupación los Puros Criollos, expertos en interpretar guabinas, pasillos y rajaleñas de Garzón y Collazos, que no faltaban en el repertorio musical de los cachacos de antaño.
“Fue como prender las máquina del tiempo y regresar a una edad más bonita y sencilla, en la cual la música y la comida de Bogotá tenía sabor”, agregó Ernesto Avella, asistente.
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