Cada 30 segundos una persona en el mundo pierde, al menos, una de sus piernas por culpa de la diabetes. En Colombia, de acuerdo con la Asociación Colombiana de Diabetes, tres personas son amputadas diariamente por la misma causa.
Esta cifra, que ya de por sí es escandalosa, toma visos más dramáticos al saber que, en nuestro país, dos de esas tres cirugías podrían evitarse si existieran programas integrales de prevención y atención para los enfermos de diabetes que incluyeran medidas específicas para detectar a tiempo los daños de los nervios y de los vasos sanguíneos que terminan en esos lamentables desenlaces.
Aunque este mal –valga aclarar– se encuentra entre las patologías de alto costo, por las que el sistema de salud responde en su totalidad, lo cierto es que los modelos de atención que definen los tratamientos flaquean de manera preocupante. Para empezar, hay que cuestionar que, con las excepciones de rigor, el retardo en los diagnósticos, la fragmentación de los procesos, las demoras en las citas de control y la fragilidad de las estrategias de búsqueda de personas en riesgo sean las constantes que marcan la intervención de este mal.
A lo que hay que sumar, lamentablemente, un preocupante desconocimiento por parte de los médicos de atención básica y de algunas especialidades, de la historia natural del pie de diabético y sus implicaciones. Razón por la cual muchos de los pacientes con estos problemas son identificados cuando no queda otra medida que recurrir a las amputaciones para protegerles su vida.
Pero el drama para estas personas y sus familias no para ahí. De hecho, se intensifica a la hora de la rehabilitación, de solicitar una prótesis o de reintegrarse a la cotidianidad de manera digna. Todo porque el sistema de salud parece desplegar todas las barreras para que en ellos nada fluya.
Esto requiere intervención urgente de las autoridades de salud y las de vigilancia. Saber que en este país, por culpa de la diabetes se han amputado más piernas que por el conflicto armado, exige algo más que una reflexión.
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