Atraída por la interpretación de artistas como Alfredo Gutiérrez, Alejandro Durán, ‘Colacho’ Mendoza, Omar Geles, Álvaro López y ‘Cocha Molina’, María de los Ángeles Martínez practica en los teclados de su acordeón sus canciones favoritas que aprende en cada clase de la Academia Huellas de Juglares, de donde quiere salir a participar a grandes eventos.
Tiene 8 años y desde los 6 aprendió a explorar el instrumento a través de elementos básicos como la conformación del acordeón, el fuelle, los pitos y los bajos.
“Al principio, cuando era más pequeña, tenía uno de juguete y cuando crecí me compraron uno de verdad, pues desde hace dos años estoy estudiando. Me costó un poco colocarme el acordeón al pecho, pero ya me acostumbré a su peso y un día quiero ser famosa y estar arriba de una tarima”, dice emocionada.
A pesar de no ser fácil para ella, avanza cada día gracias a las enseñanzas que le imparte su maestro, quien pacientemente le ha instruido a combinar sus dedos para que desarrolle su destreza con ambas manos y a memorizar las escalas básicas de canciones sencillas como Happy Birthay, Luna Sanjuanera y Cumbia Sampuesana.
“Una vez que el alumno se familiariza con el acordeón, le enseñamos a poner en práctica todos los acordes aprendidos y pasamos a proporcionar las ayudas para su crecimiento artístico, musical y desarrollo personal como estímulo para su superación y formación integral”, dice Arnoldo Rodríguez Noguera, el director de Huellas de Juglares.
Así nacieron
La creación de estas escuelas nace frente a la necesidad de fomentar e impulsar el folclor vallenato no solo en Colombia, sino a nivel internacional, conservando las raíces e idiosincrasia de la región.
Las primeras clases de música vallenata se dieron de manera empírica, en los patios de las casas, cobijados en la sombra de frondosos árboles, donde sentados en rústicos asientos imitaban lo que escuchaban, veían y tocaban los exponentes del folclor.
Poco a poco se fueron sumando otros aficionados y en la década de los 70, la fama y el prestigio del método infalible de tocar acordeón del maestro Andrés ‘Turco’ Gil se extendió por el Cesar, dando nacimiento a la primera academia de enseñanza del acordeón en el país. “Dictaba las clases a los alumnos en diferentes horarios y la primera aula de clases fue un kiosco de palma en el barrio Primero de Mayo. En 1997, debido al incremento del número de estudiantes, fue necesario el traslado a un lugar más amplio, donde ya contaba con cinco docentes y llegué a tener 110 alumnos”, afirma Gil.
Desde el 2000, la Academia de Música Vallenata Andrés ‘Turco’ Gil funciona de manera formal en el barrio Los Mayales, donde atiende un promedio de 300 estudiantes en los diferentes niveles, modalidades e instrumentos. Fruto de esta escuela, nace la agrupación Los Niños Vallenatos, del ‘Turco’ Gil, la cual ha recibido varias condecoraciones de talla internacional.
La magia del acordeón, la caja, la guacharaca y otros elementos del vallenato se convirtieron en un vehículo portador de sensaciones y emociones y, a partir de la combinación, de los ritmos musicales se forjaron otras escuelas.
Es así como la responsabilidad social de crear nuevos espacios para la enseñanza integral y el afán de convertir semilleros de oportunidades para la tradición musical vallenata, a través de herramientas pedagógicas se concibe la Escuela de Talento Vallenato Rafael Escalona, donde niños hasta 12 años y jóvenes entre los 13 y 17 años de escasos recursos reciben formación en ejecución del acordeón, caja, guacharaca, canto y piquería.
La escuela viene funcionando desde hace cuatro años, con un programa de becas que ofrece la empresa de telecomunicaciones Claro y la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, con doble propósito: incentivar la educación en niños en situación de vulnerabilidad y así mismo fomentar el arraigo de las raíces culturales y tradiciones. Cuenta con una estructura a nivel ético y musical, que les permite a los niños seguir desarrollando su talento para que se conviertan en embajadores del folclor colombiano en eventos nacionales e internacionales.
El convenio es considerado un modelo a nivel nacional y por intermedio de él se graduaron recientemente 174 niños de la Institución Educativa La Esperanza, del barrio La Nevada de Valledupar. Ellos recibieron formación sobre conjunto típico vallenato. Desde el inicio del programa de becas se han beneficiado cerca de 600 niños. El 40 por ciento son niñas; el 6%, indígenas y el 4%, afrodescendientes.
“Inicialmente les hacemos una audición para conocer las cualidades. Luego los clasificamos para cada clase. Buscamos el desarrollo motriz y fortalecer el talento innato del niño. Pretendemos que disfruten aprendiendo. No queremos hacer de estos niños figuras musicales para el consumo. El compromiso es más profundo, que conozcan la música y se constituya como oficio y como un arte”, dice orgulloso el coordinador del proceso, Roberto Ahumada Moreno.
Apasionados por el acordeón, a Valledupar llegan muchos niños de otras regiones del Cesar y el país. Esto ha dado pie a que se fomenten otras aulas musicales con el fin de conservar y dar a conocer el folclor vallenato como patrimonio y con el ánimo de generar un proyecto de vida en que por la vía de la cultura musical los niños se alejen de la drogadicción y la delincuencia. De allí que la Gobernación y la Alcaldía de Valledupar, en coordinación con la Secretaría de Cultura y las escuelas de música, lideran clases gratuitas de interpretación de instrumentos en que también tienen cabida niños con discapacidad cognitiva.
Entre estas se destaca la Escuela Leo Gómez, de la Alcaldía de Valledupar, donde cerca de mil reciben clases en los barrios La Nevada, Primero de Mayo, CDV y Casa de la Cultura. Para el 2017 se proyecta la apertura de otra sede en el barrio de los Algarrobillos.
“El ejercicio que se ha hecho con estos alumnos es positivo ya que han respondido con su talento y los instructores con pertinentes enseñanzas les permiten avanzar en los distintos cursos ya sea de instrumentos musicales, danza, teatro, pintura y técnica vocal”, afirma, Roberto Hinojosa, instructor de guitarra.
Padres inculcan a hijos pasión vallenata
Cada día son más los padres que se suman a la tendencia de inculcar a sus hijos la pasión por los instrumentos del folclor vallenato para compartir con ellos la magia de sus notas y para fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje en las escuelas de música tradicional vallenata de los municipios del Cesar.
La Gobernación reimprimió la cartilla ‘Ay Ombe Juepajé, toca, canta, versea, juega y baila con el vallenato’, publicado por el Ministerio de Cultura, con el que se busca que los niños y jóvenes disfruten creando y gozando de esta música como práctica colectiva.
Para salvaguardar la riqueza cultural, la Asamblea del Cesar aprobó el Plan Departamental de Música, el cual se convierte en política pública para ampliar el espectro musical: cerca de 4.500 niños practican un instrumento del folclor vallenato.
LUDYS OVALLE JÁCOME
Especial para EL TIEMPO
Valledupar