Los italianos votan desde primera hora de hoy un referéndum sobre la reforma constitucional convocado por el Gobierno de Matteo Renzi, cuya continuidad depende del resultado de una consulta que puede afectar al futuro de la Unión Europea (UE).
La consulta pregunta a los electores italianos si están a favor o en contra de aprobar una reforma constitucional que prevé, entre otras cosas, acabar con el bicameralismo perfecto, convirtiendo al Senado en una cámara de representación regional sin capacidad para legislar y cuyos miembros no serán elegidos por voto popular, sino por designación de las autoridades.
El Gobierno de Matteo Renzi (centroizquierda) considera esta una de sus reformas cruciales, tanto es así que el propio primer ministro ha vinculado su continuidad en el cargo al resultado del plebiscito, aunque luego ha suavizado ese ultimátum y en los últimos días ha sugerido que de no poder poner en marcha sus políticas, no permanecerá en el cargo.
Renzi fue hoy uno de los primeros políticos en votar acompañado por su esposa, Agnese, depositó su papeleta en un colegio electoral de Florencia. Como el resto de los electores, esperó la fila a que fuera su turno, saludó al presidente y a los miembros de la mesa electoral, así como a los medios de comunicación que aguardaban su presencia, y votó sin hacer ninguna declaración.
Quien sí habló a los medios fue el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, partidario de tumbar la reforma, que votó en Roma junto a su novia, Francesca Pascale. A su salida, Berlusconi hizo un llamamiento a los italianos para que acudan a las urnas y confesó que aguardará "en casa el resultado y quizá después", abra "una botella de champán".
Los últimos sondeos publicados sobre la intención de voto mostraban que el rechazo a la reforma constitucional se situaba en el 55 % de los votos frente al 45 % favorable. Pero estas encuestas también ponían de manifiesto que alrededor de una cuarta parte del electorado no sabía cuál sería su posición en el referéndum.
Consciente de que los indecisos pueden desempeñar hoy un papel fundamental, en los últimos días Renzi ha centrado sus esfuerzos en dirigirse a ellos para convencerles de la importancia de esta reforma que, según el Ejecutivo, agilizará los procesos legislativos.
La reforma es defendida por el Gobierno de centroizquierda, pero cuenta con el rechazo de la oposición radical de izquierda y de la derecha, y también de una minoría en el seno del partido que lidera Renzi, el Partido Demócrata.
Los partidarios del sí aseguran que la reforma es necesaria para Italia, mientras que los detractores dicen que centraliza en exceso el poder y también ven una oportunidad para medir la aceptación de la gestión de Renzi, que no ha sido elegido en elecciones.
Gran parte de la atención internacional, especialmente la de los socios de la Unión Europea se centra este domingo en Italia por los temores sobre la inestabilidad que una eventual victoria del no pueda ocasionar, al igual que ya ocurrió en junio pasado tras la decisión de los británicos de romper con los socios europeos.
Italia, la tercera economía de la zona euro, se encuentra en un momento delicado a nivel económico, con un sistema bancario que acumula 360.000 millones de euros en créditos morosos.
Uno de los principales bancos afectados es Monte dei Paschi di Siena, inmerso en una ampliación de capital de 5.000 millones de euros y para el que una situación de inestabilidad podría ahuyentar a los inversores, señaló recientemente el ministro de Economía, Pier Carlo Padoan.
EFE