Los colibríes son considerados unos de los pájaros más seductores dentro de las especies del reino animal. La admiración y el culto hacia ellos han quedado registrados “en culturas tan antiguas como la egipcia o la azteca; en la norteamericana indígena, ellos representaban al dios Sol en la Tierra, y en Nazca es la imagen de un colibrí la que literalmente se despliega en una de las enigmáticas líneas”, comenta el editor bogotano Benjamín Villegas.
Por eso, luego del proyecto ‘Aves en Colombia’, que el editor publicó hace algunos años, volvió a llamar al fotógrafo sudafricano Murray Cooper, para proponerle congelar ahora con su lente a estos pequeños pajaritos, verdaderas ‘joyas voladoras’, como él las define.
El resultado es ‘Colibríes en Colombia’, el nuevo libro de gran formato que Villegas Editores pone en las librerías del país para este cierre de año.
Y no es gratuito que Cooper (1966) se haya especializado en la fotografía de pájaros. De alguna manera, su espíritu de aventura y libertad hizo que su conexión con las aves haya sido amor a primera vista.
Cooper creció en una finca en Durban, una región costera del océano Índico. “Me la pasaba ahí botado en una hacienda de vacas en el sur”, anota con el sentido de humor que lo caracteriza.
“Luego, cuando comencé a viajar, me enamoré con la parte de la vida silvestre, me metí en las causas de conservación de bosques y comencé a trabajar en fundaciones, donde comencé a sentir la necesidad de expresarme con imágenes, para educar a la gente”, comenta.
Su trayectoria en el campo fotográfico ya le permite a Cooper mostrar con orgullo un portafolio en el que se destacan sus trabajos para ‘National Geographic’, ‘Time Magazine’ y ‘Natural History Magazine’, entre otros.
Esa pasión por el campo lo llevó a radicarse desde hace cerca de quince años en otra finca, en las montañas del Pacífico ecuatoriano, donde combina su pasión por la fotografía con el cultivo de café. “El sombrero que me pongo acá todos los días es del Eje Cafetero de ustedes”, anota.
Aventurando por Colombia
Desde allí, precisamente, habló con EL TIEMPO sobre este nuevo proyecto editorial, que lo llevó a recorrer gran parte de nuestro territorio durante varios años, en los que también vivió más de una aventura.
“De las 338 especies de colibríes en el mundo, Colombia es el hogar de 162. ¡Prácticamente, la mitad de los colibríes del planeta se encuentran en este país andino! Sé que es difícil de creer, en especial cuando se compara con Norteamérica, que solo tiene unas 12 especies”, explica Cooper.
En solo planificación de los viajes, el fotógrafo explica que se debe hacer un trabajo previo de investigación y contactos en los diferentes lugares a los que se debe ir en busca de alguna especie en particular.
“Siempre hay algunas especies claves, endémicas del país, que son muy importantes de lograr en mi estilo. A mí me gustan las raras y especiales”, aclara el experto.
En ese proceso, por ejemplo, se encontró con verdaderos colibríes de colección, que para muchos de los amantes de los pájaros, será un descubrimiento. Es el caso del barbudito barbiverde (‘Oxypogon guerinii’). Su apariencia de viejo sabio lo convierte en algo único. Suele vivir en la Sierra Nevada de Santa Marta y en los Andes colombianos.
O, por ejemplo, el colibrí pico de sable (‘Ensifera ensifera’), que habita entre los 2.400 y 3.200 metros de altura en las tres cordilleras del país. “Él ostenta el pico más largo (9 cm) de todas las aves, con relación al tamaño de su cuerpo (8 cm)”, comenta el autor.
“Obtener buenas fotografías de estas veloces criaturas nunca es fácil, especialmente, cuando estas solo se hacen con luz natural, como es mi norma, no con ‘flash’ ”, agrega Cooper.
Al hacer un cálculo a vuelo de pájaro de cuántas fotos ha llegado a reunir, corriendo detrás de nuestros pájaros, Cooper cree que está alrededor de las 15.000 fotos. “Es un disco duro de 6 teras, que es Colombia”, dice.
Son muchas las curiosidades que destaca el fotógrafo sobre los colibríes, que los convierten en “favoritos de todo el mundo”. “No solo por sus brillantes colores, sino por su increíble acrobacia aérea y su capacidad exclusiva de volar hacia arriba, hacia abajo y hacia atrás. ¡Los colibríes son las únicas aves con engranaje de reversa! Estas acrobacias son posibles porque sus alas rotan desde el hombro, en vez de la muñeca, recibiendo impulso tanto desde abajo como hacia arriba, en este movimiento estilo helicóptero”, comenta el autor.
Agrega que estos pajaritos cuentan con uno de los metabolismos más eficientes, “el más alto en el reino animal, exceptuando algunos insectos”.
Esta situación “los obliga a consumir al día más de diez veces su peso corporal en néctar. Los más pequeños necesitan reabastecerse por lo menos cada 15 minutos. En razón de estas altas exigencias nutricionales, las especies de los climas fríos han desarrollado una adaptación única: para poder sobrevivir las largas noches, entran en un estado temporal de hibernación, conocido como torpor. En este estado logran reducir drásticamente su ritmo cardíaco de 1.200 a 120 latidos por minuto, pudiendo pasar la larga noche sin consumir toda su energía”, explica Cooper en la presentación del libro.
Colibríes en Colombia
Murray Cooper
Villegas Editores
150 páginas
$ 149.000
CARLOS RESTREPO
Cultura y Entretenimiento