El bienestar que generan las empresas privadas a un país es invaluable: empleo, calidad de vida y riqueza. Los modelos económicos que las acaban, vía estatización, han mostrado reiteradamente su fracaso. Pero una cosa es fomentar y proteger la empresa privada y otra, permitir que su capacidad de ‘lobby’ defina el interés general. El cabildeo, cuando es inapropiado, es un veneno a la democracia que en el mediano plazo mina la credibilidad de la empresa privada. En palabras simples, se le devuelve.
La oscura intención que tiene hoy el cabildeo en el Congreso es evitar que se debata el impuesto a las bebidas azucaradas. Que no se consideren los argumentos a favor de los ciudadanos. Cuando empresarios bloquean la discusión de asuntos de interés nacional en las instancias democráticas establecidas para ello, uno se pregunta cuál es su posición frente a la democracia. Pareciera ambigua.
Por otro lado, el Congreso debe cumplir con su obligación y defender el interés general, no el de una empresa. No puedo creer que senadores se arrodillen por una pauta regalada en campaña o tres minutos en ‘prime’ y se atraviesen al debate democrático que necesita Colombia sobre este tema.
El valiente Ministro de Salud no ha desistido un solo día de explicar los beneficios del impuesto y los riesgos de las gaseosas en la salud pública. Tampoco RCN TV, del mismo emporio de las gaseosas, ha desistido de su campaña de persecución contra la imagen del Ministro. Le tienen sección diaria en el noticiero, dirigida no a informar con imparcialidad, sino a desprestigiarlo. Pura y física venganza.
Los argumentos son serios y merecen ser analizados. Las bebidas azucaradas son fuente de calorías vacías; cuando se consumen hay que compensarlas con otros alimentos, aumentando las calorías totales. Contienen elevadas cantidades de carbohidratos que se absorben rápidamente, lo que conlleva el desarrollo de la obesidad y la diabetes. En el 2015, la OMS circuló una directriz, basada en evidencia científica, que dice que un adulto debe consumir a diario máximo 50 g de azúcar (6 cucharadas) y un niño, 25 g (3 cucharadas). Una gaseosa al día aporta 36,8 g, es decir, el 73 % de lo que debe consumir un adulto y un 47,2% más de lo recomendable para un niño. Lo que busca este impuesto es reducir la demanda de estos productos por el daño que causan a la salud de todos, en especial a los niños y colombianos de menos recursos.
Hemos visto una avalancha de estudios con cifras en un sentido y en otro. Lo honesto es que aquellos que son financiados por la industria lo digan de manera expresa. Los análisis independientes señalan que la población de bajos ingresos es más susceptible a la obesidad, diabetes y otras enfermedades asociadas. Ante un aumento de precio en las bebidas azucaradas, esta población reduce su consumo y las sustituye por otras saludables.
Al jefe del ‘lobby’ organizado por las bebidas azucaradas ya le dicen el Senador 102. ¿Valdrá la pena evitar una disertación transparente sobre la salud de los colombianos por defender los intereses particulares de una empresa? Los colombianos están cansados de la manipulación; muchos, vía audiencia, se lo han hecho saber a RCN TV. Abrir la discusión es sano para todos, para los colombianos, para la democracia y para la empresa.
Trino: lo primero que el médico prohíbe cuando formula una dieta es la gaseosa ¿Por qué será?
CECILIA ÁLVAREZ CORREA