Con camisetas blancas que tenían su fotografía impresa y la frase “Un piloto no muere, solo vuela más alto”, compañeros de estudio, colegas, familiares y autoridades recibieron en el aeropuerto Capitán Aníbal Arab, de Cobija (Bolivia), los restos de Miguel Alejandro Quiroga Murakami, el piloto del avión de LaMia accidentado esta semana cuando movilizaba a los jugadores del club Chapecoense.
A las 2:10 p. m. del viernes, del avión Hércules de matrícula FAB-61 salió el féretro en hombros de un grupo de personas que, de inmediato, lo cubrieron con la bandera de Pando.
Recorrieron varios metros de la pista del Aníbal Arab, y después lo subieron a lo alto de una máquina de bomberos.
Su suegro dirigió palabras de agradecimiento a los ministros del gabinete del presidente Evo Morales y al gobernador de Pando por la gestión para que los restos fueran trasladados en vuelo directo a Cobija.
“Quiero agradecerle por traer a nuestro hijo, desviar la ruta original del plan de vuelo que había y traerlo directo a Cobija. La verdad que si no se hubiese hecho esa gestión suya iba a irse a Santa Cruz y así el dolor se iba a alargar más porque hubiese tenido que alquilar otro avión de Santa Cruz a Cobija”, dijo el suegro del piloto.
Recordó entonces que varias veces fue hasta ese sitio a recoger a ‘Micky’ –así le decían– cuando regresaba de volar, para llevarlo a casa. “Lamentablemente hoy me toca recogerlo aquí para llevarlo a su última morada”. La caravana con cientos de motos y carros que escoltaban la máquina oficial recorrió las calles del norteño poblado, en donde ondearon centenares de pañuelos blancos.