.El acero del casco era de mala calidad, faltaban botes salvavidas, se desoyeron los alertas de icebergs, la arrogancia por batir un récord hizo que se aumentara la velocidad de crucero cuando la prudencia aconsejaba reducirla, se enviaron tardíamente los pedidos de auxilio (también por soberbia), la evacuación fue torpe…El destino no tuvo nada que ver con la tragedia del Titanic, fue una sucesión de calamidades humanas que comenzaron en la construcción del barco, siguieron en la vanidad del propietario de la White Star Line y culminaron con el reblandecido capitán Smith.
El destino puede decir lo mismo en el caso del Chapecoense: a mí que me revisen… Destino es que un rayo parta en dos el avión. En este caso fue un collar de graves decisiones las que ocasionaron la muerte de 71 personas y las severas heridas de otras 5. Fallas que segaron la vida de 19 futbolistas, 18 miembros de su cuerpo técnico y 7 dirigentes de un club que iba al encuentro de su primera cita con la gloria. Y toda una ciudad, que flotaba en una nube de ilusión y orgullo, quedó hundida en un mar de llanto.
Estamos en Sudamérica. Allí arranca todo, es la primera y triste explicación de sucesos inexplicables. La corrupción y la desorganización nos torna siempre más vulnerables. ¿En Europa, se caería por falta de combustible el avión del Real Madrid que va a disputar la final de la Champions…? Seguramente hay menos posibilidades. Inexplicable es que un equipo brasileño, que a pesar de ser pequeño (no pobre) maneja un presupuesto alto y percibiría una suma significativa por la final de la Copa Sudamericana, busque precio de ganga en un rubro tan sensible como es un traslado aéreo. Que terminó pagando con sangre. Y además no fue tan chárter, pues primero debió ir de San Pablo a Santa Cruz de la Sierra en avión comercial. Es decir, ni el precio ni la comodidad ni el tiempo ni la reputación de la “empresa” justificaban la elección. Y estamos hablando de un periplo importante: de San Pablo a Medellín son 5 horas 42 minutos. Pero alguien empujó al Chape hacia la ya tristemente célebre LaMia…
Inexplicable que una “empresa” cuya flota es un avión, sin predicamento y de oscuros orígenes haya ganado de golpe el mercado del fútbol continental y se autotitule “la línea árerea oficial de la Copa Sudamericana”. El infausto piloto Miguel Quiroga así lo promocionó en un video al pie de la máquina, antes del fatídico último viaje.
Absurdo que selecciones como Argentina y Bolivia, clubes del porte de Atlético Nacional, Cerro Porteño, Olimpia, Blooming, The Strongest y otros se arriesgaran a hacer viajes de largo recorrido en un avión que no están en condiciones de revisar, con un plan de vuelo que no saben controlar, con un piloto del que se ignora su idoneidad y sin saber incluso si tiene lo elemental: el combustible necesario. Las grandes compañías de aviación, suponemos, hacen un exhaustivo mantenimiento de sus naves, fiscalizan a su personal y cumplen escrupulosamente el protocolo de seguridad. Pero ¿qué es LaMia como para subirse tan alegremente a un vuelo de 3.000 kilómetros…?
Este viernes se realizó en Buenos Aires el simposio anual de la ANAC (Administración Nacional de Aviación Civil) y el tema excluyente entre pilotos y controladores aéreos fue el accidente del Chapecoense. Se exhibió allí el plan de vuelo LaMia, un desatino hasta para quienes somos legos en aeronáutica: el tiempo de vuelo dice “4 horas con 22 minutos”, mientras que la autonomía de combustible prevista era la misma: “4 horas con 22 minutos”. "Es imposible que un Plan de Vuelo así pueda ser aprobado", dijo Norma Márquez, jefa de Seguridad Operacional de la EANA (Empresa Argentina de Navegación Aérea). “No obstante pasó por cuatro controles: el comandante de la nave, el primer oficial, el despachante del vuelo y el control de vuelo. No puede ser que ninguno haya advertido semejante error", agregó.
Ajenos a estas graves anomalías, los futbolistas reían en la cabina, como lo muestra el mismo video donde habla Quiroga, felices e ignorantes de la irresponsabilidad que atentaba contra sus vidas.
El 9 de febrero pasado, la delegación de Huracán casi se mató en Caracas: el bus que la trasladaba al aeropuerto se quedó sin frenos en una interminable bajada. En una maniobra casi heroica, el chofer esquivó durante varios kilómetros a otros autos y se subió exprofeso a una rampa elevada para poner fin a la alocada carrera. El bus volcó y hubo 25 heridos, un jugador se fracturó una pierna, otro perdió parte de los dedos de un pie... Sólo Dios quiso que no fuese una desgracia mayor. Nadie, en el fútbol sudamericano, tomó nota de cómo son los traslados de los equipos. Se anuncian pomposamente copas y partidos “imperdibles”, pero detrás de la escena reina la improvisación..
No sabemos quién, pero no hay dudas: alguien estuvo cabildeando para promover a LaMia y hacer un buen negocio con sus vuelos chárters. Hasta suceder lo que la lógica, no el destino, marcaba que sucedería: una catástrofe. La congoja va a durar y los homenajes continúan. Es la parte más noble de este monstruoso suceso. Ahora es momento de investigar.
El último tango…
JORGE BARRAZA