La quebrada La Oveja, ubicada en la vereda Guapá, de Guarné, recibe hasta ahora los residuos sanitarios de la finca de Ramón de Jesús Isaza, un cultivador de la zona que vive con otras cinco personas.
Y no solo las de esta finca, sino también las de la mayoría de las viviendas de la zona porque aunque han tratado de hacer pozos sépticos comunitarios para evitar que esto pase, hasta ahora no han funcionado.
Por esta razón, casi todas las aguas negras que se generan van directo a los ríos y quebradas de la región.
Isaza contó que mucha parte de las aguas de los sanitarios sale a la quebrada, muy pocos tienen pozos sépticos, “como nosotros que no hemos tenido nunca”.
Esta es la realidad que pretende cambiar Cornare, la autoridad ambiental de la zona, con la construcción de 3.376 unidades individuales de pozos sépticos que beneficiará a 16.880 habitantes de 26 municipios de su jurisdicción y tres de la jurisdicción del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Con la construcción de estos sistemas de tratamiento, que estarán listos dentro de un año, se quiere mejorar la calidad del agua de 20 microcuencas que desembocan en los ríos Medellín y Magdalena.
Carlos Mario Zuluaga, director de Cornare, explicó que la meta de la autoridad ambiental es que el Oriente antioqueño se consolide como la región del país con mayor cobertura rural en saneamiento básico.
“Eso es clave porque estamos hablando de una región de agua, generadora de riqueza. Pero si bien hay que cuidar el agua, también hay que generarles condiciones de vida digna a los campesinos que la han cuidado y la han protegido. Hay que darles las herramientas y opciones para hacer bien las cosa”, dijo Zuluaga.
Esto hace parte de un convenio interinstitucional hecho por EPM, Isagen, Empresa de Vivienda de Antioquia, Área Metropolitana y Cornare que suma una inversión de 11.140 millones de pesos.
Los pozos serán entregados a familias de los niveles 1,2 y 3 del Sisbén, que serán capacitadas en el manejo y mantenimiento de los mismos. Esto con el fin de que las unidades sanitarias tengan una extensa vida útil.
Pedro Pablo Isaza Ochoa, también campesino de la vereda Guapá, dijo que espera que en su casa se construya uno de los sistemas de tratamiento pues “debemos contribuir a los que vienen atrás. Ya nosotros tenemos el agua pero debemos tratar de que quede mejorada para los que vienen”.
En cuanto a salud pública también habrá beneficios, ya que las aguas residuales causan enfermedades gastrointestinales.
Igualmente, este convenio impactará socialmente el territorio generando 250 empleos directos y más de 7.000 jornales entre la comunidad beneficiada.
En los cascos urbanos, el tratamiento de las aguas residuales se hace a través de las plantas de tratamiento.
Según información de Cornare, 23 de las 26 cabeceras municipales de su jurisdicción cuentan con plantas de tratamiento en funcionamiento.
Para el 2017 esperan construir otras dos plantas y lograr un 100 por ciento de cobertura en la región.