Pese a los esfuerzos de la Gobernación de Caldas y sus reuniones con la Agencia Nacional Minera y otras autoridades para buscar salidas a los problemas del oficio, estas siguen lejos.
El pasado miércoles, el gobernador encargado, Ricardo Gómez, anunciaba la posibilidad de declarar un estado de emergencia para intervenir los cúbicos (socavones verticales) bajo el río Cauca, una peligrosa modalidad que el año pasado le costó la vida a 15 trabajadores en Riosucio, Caldas.
El mandatario, en la inauguración del nuevo hospital de Marmato, se quejó también de que algunos resguardos indígenas estaban funcionando casi como “repúblicas independientes”. Según él, esto dificulta el ingreso de programas de reconversión laboral y formalización minera.
Un joven de 23 años, que desde los 16 saca oro en el resguardo San Lorenzo de Riosucio, afirma que no ve otras opciones laborales en la zona. “Es lo único que uno aprende. Por lo menos, lo que yo aprendí a hacer”, explica.
Él y sus nueve compañeros de mina se quejan de la inestabilidad en sus ingresos, en especial porque trabajan de forma artesanal. “La tumbada del material es a veces a barra y mano. No se usan taladros eléctricos. No se cianura”, dice otro.
Las soluciones de fondo, sin embargo, parecen todavía lejos de armonizar las leyes, las costumbres y las necesidades del sector minero.
MANIZALES