El Área Metropolitana, con el apoyo de la empresa privada, entregó ayer cuatro cheques a familias del norte del valle de Aburrá que decidieron comprometerse con la protección de la riqueza natural.
Esto se hizo en el lanzamiento del esquema BanCO2 Metropolitano del Valle de Aburrá que pagará a habitantes del territorio por servicios ambientales.
Este esquema de pagos, liderado por Cornare y Bancolombia, se utiliza desde hace tres años. En el Oriente antioqueño ha resultado exitoso, ya que han logrado vincular a más de 1.000 familias.
![]() Cuatro familias de Barbosa y Girardota recibieron compensaciones entre uno y 10 millones de pesos por conservación. Sofía Villa / EL TIEMPO |
En el país, la estrategia ha involucrado a 23 autoridades ambientales y ha beneficiado a más de 20.000 familias campesinas, con lo que ha logrado proteger 13.000 hectáreas.
Es por eso que la autoridad ambiental del valle de Aburrá quiso adoptar el esquema y comenzó por los municipios de Girardota y Barbosa, con el acompañamiento financiero de Colcerámica y Papelsa.
Eugenio Prieto, director del Área Metropolitana, explicó que decidieron comenzar por los lugares donde hay más zonas rurales para proteger, como lo son los extremos del valle.
“El 87 por ciento del territorio del Área Metropolitana es rural y queremos que esas familias que están allí se queden allí cuidando el entorno”, afirmó.
Con el lanzamiento de esta estrategia, las autoridades esperan que familias, comunidades y grupos de la sociedad civil vean en la conservación del medio ambiente un proyecto de vida rentable y sostenible, y que sus conocimientos y el amor por su territorio se vuelvan un impulso para convertirlos en guardianes de bosques y cuencas.
José Hernán Hincapié, campesino de Girardota, fue uno de los beneficiados. Le entregaron 10 millones 252.000 pesos para trabajar durante 12 meses en la conservación de las 36 hectáreas de bosque que tiene.
“La finca la trabajábamos, pero cuando mi papá faltó se quedó sola porque no vivimos ahí. Entonces decidimos conservar el monte, no tumbar los árboles. Allá hay tres nacimientos y pasa cerca la quebrada San Antonio”, comentó Hincapié.
En la ciudad, como no hay grandes extensiones de bosques por proteger, BanCO2 funcionaría con organizaciones de jóvenes o comunidades que trabajen por el mejoramiento de las cuencas y por la conservación de los recursos naturales.
Los grupos se podrían inscribir a través de la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana y de la Secretaría Ambiental de su municipio. Posteriormente, se estudia dónde están los ecosistemas y cómo se protegerán.
El monto de dinero se calcula dependiendo de la cantidad de territorio que se quiera conservar. Juan David Chavarriaga, director de Corona, explicó “que no es un tema de asistencialismo, no es un regalo que estamos haciendo. Es un pago que realizamos por un servicio que nos están prestando. Y es un pago incluso insuficiente para toda la labor que hacen los campesinos”.
Una de las principales preocupaciones que impulsó a la autoridad ambiental a vincular este esquema de pagos es el déficit de árboles que hay en el valle de Aburrá, pues se calcula que se necesita plantar 700.000 árboles para equilibrar las emisiones de dióxido de carbono del área urbana. Además, solo el 16,4 por ciento de las aguas residuales son tratadas.
Para el primer año de funcionamiento el Área Metropolitana espera vincular a más empresas privadas para conseguir 5.000 millones de pesos en aportes, que luego se distribuirían entre los beneficiarios.
Igualmente, esperan que el sector empresarial se involucre calculando su huella de carbono y compensándola a través de los aportes a BanCO2.
La meta es igualar el resultado de Cornare, es decir vincular 1.000 familias en los primeros tres años.
DIANA SOFÍA VILLA M.
Para EL TIEMPO