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Regreso a la A de América dejó a Cali con el ritmo de Feria

La fiesta se alargó, pues los americanos acariciaron el cielo tras 5 años de infierno.

MARIO BAOS
Para Arley Gómez, los primeros rayos de sol de ayer tenían algo particular; el amanecer daría el comienzo de un día que, durante cinco años, había esperado con ansias: el ascenso del América a la primera división.
Gómez, fiel hincha del equipo escarlata, no podía entrar a la tribuna sur donde había comprado su boleta, cerrada por una sanción de la Dimayor, y donde la barra de Barón Rojo Sur había invertido más de 1.500 dólares en fuegos pirotécnicos y fabricado más de 200 banderas y 500 ‘trapos’.
Como Arley, fueron casi 8.000 los hinchas que les tocó quedarse por fuera del estadio o tuvieron que comprar boletas que revendedores comercializaban desde 100.000 hasta 200.000, según la localidad.
Las calles de ciudades del Valle del Cauca estaban de fiesta y el gris del pavimento se teñía de rojo por las miles de personas que salían desde todas las esquinas para no perderse el decisivo encuentro. En los alrededores del estadio Pascual Guerrero se reactivó el comercio, muchos vendían pitos que costaban desde 5.000 hasta 16.000 pesos; banderas a 30.000 y 50.000, gorros a 15.000, adhesivos a 10.000, entre otros elementos que no faltaban en la fiesta roja.
Nicolle Vásquez, con tan solo 10 años y a pesar de no poder ingresar, coreaba los cánticos de los miles de hinchas que se apostaban a los lados del Pascual. Según reseña su madre, entre las primeras palabras que dijo Nicolle estaba ‘América’.
Cali tuvo 90 minutos de calles desoladas mientras duró el compromiso, “tuvieron paralizada la ciudad pero se sentía un ambiente de alegría”, dijo Carmen Osorio, una vendedora ambulante; con el paso del tiempo y dos gritos de gol, la fiesta en las calles poco a poco se prendía hasta que el pitazo final prendió la rumba.
El llanto se apoderó de los hinchas escarlatas, en las calles se abrazaron celebrando, la música comenzó a sonar en las esquinas y los pitidos de las motos y carros hacían parte del panorama.
Después del juego, el atardecer llamativo en las montañas de los Farallones también se notaba de color rojo, algunos se atrevían a asegurar que “el altísimo es de ‘la mechita’ ”.
Las calles en el Valle se convirtieron en ríos que coreaban: “Con la A volvió América”. Incluso se pasaron por alto las medidas adoptadas por las autoridades, generando largas caravanas, mientras que los muchachos, que estaban en toque de queda, no se perdían el día del ascenso.
La fiesta se alargó hasta el amanecer, pues los americanos acariciaron el cielo tras 5 años de infierno. Y Cali ya sabe a Feria.
MARIO BAOS
Corresponsal de EL TIEMPO
MARIO BAOS
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