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Luego de 73 años, San Lorenzo está a un paso de recuperar sus tierras

El resguardo presentó esta semana la primera demanda étnica de restitución en el Eje Cafetero.

Nunca los 11.000 emberas del resguardo San Lorenzo en Riosucio, Caldas, habían estado tan cerca de recuperar completo el territorio que les han arrebatado tantas veces en los últimos cinco siglos.
El martes pasado celebraron con fríjoles, limonada y un ritual de despojo el que podría ser un paso fundamental para que su jurisdicción vuelva a ser como en 1943, cuando el Estado decidió borrarlos del mapa, y para reparar los daños que el conflicto por la tierra, la raíz de la guerra, les ha dejado desde entonces.
La ceremonia tuvo que ser exprés por la premura del juez Fanderlein Muñoz Cruz, que debía presidir esa tarde una audiencia en Pereira. Sin embargo, él compartió todo lo que pudo con las autoridades locales y recibió de ellas la primera demanda étnica de restitución de tierras que se presenta en el Eje Cafetero.
El gobernador indígena, Norman Bañol Álvarez, le entregó el documento en una frutera tradicional, hecha por artesanas de la comunidad, víctimas de la violencia. La canasta, dijo el mandatario, contenía más que un papel. "Está llena de sueños, expectativas y esperanza".
La acción tiene tres objetivos. El primero es formalizar la propiedad del resguardo sobre las tierras que hoy lo componen. Además, ampliarlo a las 6.700 hectáreas que tenía hace 73 años. Y, por último, sanearlo de los títulos privados que hay allí e instar a quienes no quieran dejarlos a que respeten unas normas mínimas de convivencia con los indígenas.
"No nos cerramos a que los colonos vivan acá, siempre y cuando cumplan las condiciones, las reglas internas y podamos convivir en paz", asegura Bañol y aclara que son "infundados" los temores de expropiación de algunos pobladores que no pertenecen a su etnia. Los derechos adquiridos por estas personas no se pueden afectar con la restitución.
Pruebas de resistencia
Un título otorgado por los colonizadores españoles, los mismos que llegaron a imponerles el catolicismo hace 500 años, es ahora la prueba reina de los emberas chamí para recuperar su dominio en el sitio que han ocupado, pese a todo, desde que sus ancestros tamíes llegaron de lo que hoy es Sonsón, Antioquia, en tiempos precolombinos.
El oídor Lesmes de Espinosa Saravia declaró en 1627 el derecho de los indígenas a vivir en el poblado de San Lorenzo de acuerdo con sus usos y costumbres, siempre que no atentaran contra la fe del reino. El objetivo era que estuvieran aparte de los blancos para evitar la mezcla de razas.
Ese papel les garantizó algo de respeto por su territorios hasta la primera mitad del siglo XX. En cambio, poco después de la disolución de su resguardo llegó la Violencia partidista. Con el tiempo, su lucha para recobrar los derechos usurpados terminaría por enredarse con el conflicto armado que apenas empieza a ver su final.
“Cuando se agudiza el fenómeno de la violencia, la comunidad, como respuesta, también se organiza”, afirmó Bañol Álvarez. Pero también puede ser lo contrario, que cuando su lucha se activa, quienes se oponen a sus derechos recurren a la violencia.
Así lo recuerda Darío Edgardo Tapasco, secretario de Gobierno de Riosucio y quien fue el primer alcalde indígena del municipio en 2004. Llegó al cargo pese a las amenazas del bloque Cacique Pipintá de las Auc, que asesinaron a los dos emberas que se lanzaron a esas elecciones antes que él.
Apenas en el 2000, el Estado había vuelto a reconocer el resguardo con los límites actuales, más pequeños que los coloniales. Se repetía la historia de los ochenta, cuando también mataron a un candidato indígena en pleno pico de su resistencia por la tierra.
El paramilitarismo se ensañó con ellos porque los consideraban "una cuna de guerrilleros", relató el gobernador. Todo, porque allí también sufrieron la presencia crónica del frente 47 de las Farc hasta 2008, cuando se desmovilizó su última comandante, Elsa Neyis Mosquera, alias ‘Karina’.
Viene un año clave
Agua Salada es uno de los lugares sagrados del resguardo a los que no podían acceder los indígenas por el conflicto de tierras y amenazas de grupos armados. Foto: Jonh Jairo Bonilla
San Lorenzo no es el único pueblo que sufrió esas violencias en la región. Cuatro cabildos en Caldas y uno en Risaralda están en proceso de construir sus demandas. Pero “dar este paso no es fácil, porque hacia ellos se ciernen también muchas amenazas”, denuncia Marta Isabel Hernández, coordinadora del Consejo Regional Indígena de Caldas (Cridec).
Algunas comunidades no logran vencer su desconfianza hacia el Estado después de todo lo que han sufrido. Aun así, Bañol espera que este “desaprenda los procesos verticales” que acostumbra. Dice que el éxito de la Unidad de Restitución de Tierras (URT) ha sido que llegó “en posición diagonal y hoy tenemos una relación más horizontal”.
El director regional de esta entidad en el Eje Cafetero, Hernando Enríquez, lo reconoce. Pero también les da crédito a ellos. "El caso específico del resguardo indígena San Lorenzo tiene una organización muy sólida", afirma. Por eso augura que, una vez presentada esta demanda, más comunidades de la región seguirán el ejemplo en 2017.
Ahora, queda todo en manos del juez Muñoz. No se compromete con tiempos –tiene 180 procesos y 290 solicitudes de cuatro departamentos en su despacho–, pero sí con darle prioridad al caso. La URT, de hecho, destaca su agilidad para producir sentencias. Lleva 20 en apenas tres meses desde que está en el cargo, por lo que esta podría salir en la primera mitad del año entrante.
Acaso sea porque es hijo de campesinos, de lo que se declara "muy orgulloso", y por eso entiende los problemas de la tierra, del campo y, por ende, del conflicto y la reparación que requiere. “Es más que justo y necesario empezar a desandar los caminos que los grupos armados hicieron contra los indígenas y campesinos”, dijo tras recibir la frutera con la demanda.
La tierra es víctima
Los casos étnicos son, no obstante, más complejos. Enríquez explica que "no estamos devolviendo la tierra materialmente, sino que se hace una entrega de algo que ellos han dispuesto pero que no han podido utilizar como es debido". Porque, si bien es cierto que la comunidad ha resistido los embates y se ha quedado, eso le ha costado.
En sus territorios hubo minas antipersonas (aunque está declarado libre de estos artefactos, es imposible saber si alguno ha quedado por ahí, escondido). También se han identificado 18 posibles fosas comunes en las que la Fiscalía ya encontró seis cuerpos en tres jornadas de exhumación este año.
La minería, ilegal o legal pero inconsulta, ha sido señuelo para otros violentos. Muchos indígenas fueron desplazados, aunque las autoridades dicen que ya han vuelto. Otros se quedaron, pero no podían ir a sus sitios sagrados por restricciones de los grupos armados.
Esto hace que, para etnias como los embera, la restitución sea una necesidad para reparar a la tierra misma. La coordinadora Hernández señala que "el territorio, para nuestras culturas indígenas, lo es todo, es la espiritualidad" y eso lo convierte también en víctima.
Para la líder del Cridec, el martes se dio un paso histórico. Todavía falta el definitivo, que es la sentencia de Muñoz. Con el ritual, los indígenas también le encomendaron a Karagabí, su padre creador, que le dé la sabiduría necesaria para tomar las mejores decisiones.
JOSÉ FELIPE SARMIENTO ABELLA
Corresponsal de EL TIEMPO
RIOSUCIO (CALDAS)
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