El tema de la sucesión para una Cuba sin los Castro hace correr ríos de tinta. Pero desde dentro todo parece estar perfectamente atado. Raúl Castro ha dicho que se retira del gobierno en el 2018. Pero continuará como primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en teoría hasta el 2021, cuando vuelva a celebrarse el congreso partidista. Y si nada se tuerce, el segundo de la parrilla de salida es el actual primer vicepresidente Miguel Díaz Canel, un miembro de otra generación.
Al asumir formalmente la presidencia de Cuba en febrero de 2008, Raúl dijo: “Fidel es Fidel, todos lo sabemos bien. Fidel es insustituible y el pueblo continuará su obra cuando ya no esté físicamente”. Algunos se empeñaron en marcar las diferencias entre ambos llegando a afirmar que Fidel frenaba las reformas, “actualización” se llama aquí, que promovía su hermano menor y sucesor aunque en varias de sus “Reflexiones” apoyó los pasos dados por su heredero político para abrir la economía a la iniciativa privada e incluso para acercarse a los Estados Unidos.
El menor de los Castro, pragmático, poco dado a los discursos, pero muy directo, aclaró en el 2006, cuando su mandato era provisional todavía y algunos advertían de ruido de sables, que “será el Partido Comunista el encargado del asumir el liderazgo político” cuando su hermano Fidel muriera o dejara el Gobierno.
Fidel ya ingresó para siempre en la historia del siglo XX. Y el general Castro se quedó sin el “soldado de las ideas” con el que según sus más íntimos también discutía aunque siempre desde la adoración al ídolo.
Fidel se ha ido cuando todavía las reformas económicas no dan los resultados esperados. El triunfo de Donald Trump amenaza con dar marcha atrás a los avances con el gobierno del país que fue enemigo declarado durante 57 años.
Rafael Hernández, académico y director de la revista ‘Temas’ , opina que otros miembros de la vieja guardia podrían seguir el ejemplo de Raúl de retirarse, como dijo públicamente, al cumplir el segundo término de su mandato de cinco años. Agrega que la Asamblea Nacional podría adoptar una regla que debería ser aprobada antes del 2018.
“Esa ley va a determinar que todos los que hayan estado desempeñando los cargos que tienen ahora durante un tiempo como ese, también deban salir. Eso incluye no solamente a los máximos dirigentes del Buró Político, del partido, sino los ministros del Consejo de Ministros y los miembros del Consejo de Estado”, afirma.
Según Hernández, “debe haber una renovación que incluya a todos aquellos que llevan un tiempo como ese. No obstante, no todos los miembros del Consejo de Estado llevan 10 años, ni todos los ministros llevan 10 años. Pero en cualquier caso lo que la ley regule todavía está por determinarse porque la ley no ha sido promulgada, solamente sabemos acerca de la disposición personal de Raúl Castro de no participar en ningún proceso de elecciones, de no estar de acuerdo en ser candidato para un próximo término del 2018 en adelante”.
Para cuando eso suceda, Díaz Canel ya estará bregando en las lides políticas de la jefatura. Recientemente realizó una gira internacional que sirvió como tarjeta de presentación.
Además, Raúl Castro podría no pasar directamente a la jubilación porque seguiría siendo el máximo dirigente del partido. Lógicamente su influencia podría continuar.
(También: ¿Qué pasará en Cuba después de la muerte de Fidel Castro?)
Miembros de la oposición afirman que lo que pretende es que su actual segundo se deje manejar como un títere, mientras que otros aseguran que están preparando el terreno para que otro Castro llegue al poder, como en el caso de Alejandro Castro Espín, el hijo militar de alto grado del actual gobernante. Pero estas son puras especulaciones.
Lo concreto es que la isla comunista tiene en el turismo una de sus principales fuentes de ingresos. Pero también juega un papel importante lo que en otros tiempos se llamaba “diversionismo ideológico”. Por eso los dirigentes han vuelto a batallar por la defensa de los ideales de la revolución ante la avalancha de extranjeros, sobre todo estadounidenses. No en vano, a partir del lunes comienzan a llegar al aeropuerto de La Habana cuatro compañías regulares de EE. UU.
Ajustar la necesidad económica a la conservación de la ideología revolucionaria es como lograr la cuadratura del círculo. Y esa asignatura lo más probable es que no quedará en manos de un Castro. Lo que no se sabe –aquí no hay encuestas de opinión pública– es si el heredero llegará rompedor o será más papista que el papa. Está por verse.
La nueva generación de sucesores
Miguel Díaz Canel, de 56 años, es el primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Además, es miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC) desde 1997 y fue ministro de Educación Superior de 2009 a 2012, así como Vicepresidente del Consejo de Ministros entre 2012 y 2013.
Canel es el principal rostro de un grupo de dirigentes que no pertenecen a la generación histórica de la Revolución (nacieron después de 1959) y que han sido promovidos a destacados cargos políticos durante la etapa raulista.
Fue definido por el propio general Castro como “un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país”.
Por su parte, Alejandro Castro Espín, de 51 años, es el único hijo varón de Raúl Castro, su mano derecha y coronel del Ministerio del Interior. Además, es el jefe del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, un organismo al que se subordinan todas direcciones de inteligencia y contrainteligencia del gobierno. Entre la disidencia cubana, la figura de Alejandro es muy cuestionada, pues es considerado un continuista.
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO
Corresponsal de EL TIEMPO
La Habana